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Doctor Mosquera, una jubilación incomprensible

3 de Marzo del 2010 - Dolores Duro Vaamonde (Santiago de Compostela)

Hace algunas semanas recibí la noticia de que el doctor Mosquera, jefe del Servicio de Neumología del Instituto Nacional de Silicosis, fue jubilado.

Dicha noticia me mueve a una doble reflexión. Una de carácter personal y otra social.

Desde el primer punto de vista, conozco a José Antonio desde su época universitaria en Santiago, donde resido. En su Facultad de Medicina cimentó dos de los tres pilares que contribuyen a formar un buen médico: la vocación -unida al denominado «ojo clínico»- y el estudio profesional, que justificó con un excelente expediente académico. El tercer pilar -la experiencia- la adquirió en sus más de cuarenta años de ejercicio profesional. En ellos puso de manifiesto su deseo de seguir investigando y aprendiendo, su humanidad para tratar al enfermo como un prójimo necesitado de ayuda y esperanza, su comprensión y solidaridad con muchos de los residentes formados en su servicio y sus desvelos, sin horario, por el Instituto Nacional de Silicosis de Oviedo, que vio nacer y a cuya excelencia contribuyó y que, en los últimos años, ha visto desfallecer. Toda una vida dedicada a la medicina, sin ostentación, sin pedir favores o prebendas por su labor, sin otra compensación que la amistad de sus compañeros, el reconocimiento de sus pacientes y la satisfacción por el trabajo bien hecho.

Desde el segundo punto de vista (la reflexión de calado social), en estos momentos -en que se plantea la necesidad de prolongar la vida activa de los empleados públicos y del personal laboral en general- resulta incomprensible que se trunque la vida laboral de un médico brillante en una institución pública, antes de los 70 años, que se prive a la sociedad de recibir los frutos de un saber consolidado y notable y que se haga de forma discriminada. ¿Cómo es posible que compañeros de su promoción sigan prestando su actividad médica en instituciones públicas en otras comunidades autónomas y que, en cambio, en Asturias se aplique la jubilación forzosa, sin gradaciones temporales en función de las especialidades médicas en servicio? Supongo que no encontrará una explicación razonable a este interrogante, cuando nos visite en Galicia y verifique que compañeros de su edad siguen en servicio activo. Él, que renunció a retornar a su tierra gallega, porque su vida estaba unida, de forma inseparable, con el Instituto de Silicosis.

Gracias, José Antonio, por tu dedicación ejemplar a la medicina asturiana.

Dolores Duro Vaamonde, Santiago de Compostela

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