Llamada de socorro al Ayuntamiento de Villaviciosa
Vivo desde hace tres años en Arroes, Villaviciosa, y allí estoy empadronada, en una casa con tres mil metros de finca. Cuando decidí venir a vivir a esta casa lo hice sabiendo que mi responsabilidad como arrendataria era mantener en buen estado las parcelas que alquilaba con la vivienda.
Al principio pagué a un profesional para que me segara el terreno por miedo a que creciera la hierba más de la cuenta, también compré a plazos una segadora, una desbrozadora, hice el CEA para meter unas cabras y unas ovejas que me ayudaran con la hierba, pero lo que no esperaba ni por asomo es que muchos se desentendiesen totalmente de conservar en buen estado sus terrenos y que, para más inri, nadie me iba a amparar en el caso de que ese pasotismo afectase a mi día a día.
Por el camino que llega a mi casa también se accede a otras fincas, pero nadie está dispuesto a mantener su parte. Tampoco lo están los que tienen en propiedad la parcela contigua a mi vivienda.
El 15 de abril de 2016 y el 9 de agosto de 2016 interpuse dos denuncias en la Oficina Técnica del Ayuntamiento de la Villa. Una referida a la parcela lindante con mi casa, que ya se había convertido en un bosque de maleza y empezaba a apoderarse de mi patio, y otra respecto al camino, ya que se estaba volviendo muy difícil acceder a mi domicilio.
Dos años después de esas denuncias seguimos esperando que alguien se haga responsable. Cuando presenté los escritos me dijeron que aquello era sencillo y rápido, que se enviaba un requerimiento al propietario y si no limpiaba la finca, el Ayuntamiento hacía el trabajo y se cobraba la factura mediante Hacienda a quien constase como dueño en el Catastro. He llamado cientos de veces al Ayuntamiento preguntando por el estado de las denuncias, y cada vez me dan una excusa más inverosímil. Una semana me dicen que ya está notificado y que se va a proceder a la limpieza, otro día dicen que no se puede limpiar hasta que no mejore el tiempo y hace dos semanas me dicen que no saben quién es el propietario.
Mientras tanto, después de dos años de espera y de lluvias, intenté ir cortando lo que entraba dentro de mi casa, pero ahora ese matorral de cinco metros de alto y dos mil metros de extensión me ha ganado la batalla.
Ese zarzal en el que las garrapatas y las ratas viven a sus anchas, ese zarzal que muchos utilizan para tirar basura desde la carretera o como vertedero donde dejar sofás o neveras, ese zarzal que cada vez tiene más papeletas para albergar un incendio. El zarzal que tengo a dos metros de la ventana de la cocina.
¿No tengo derecho como ciudadana que paga sus impuestos a vivir en condiciones salubres y seguras? ¿A qué están esperando? ¿Quizás a que se incendie y arrase mi casa y mis animales?
Nunca en la vida me he sentido tan ninguneada por la Administración como en Villaviciosa. Espero que esta carta de socorro llegue a alguien del Consistorio maliayés y que ese alguien muestre algo de interés por el bienestar de todos los que vivimos en el concejo.
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