Migraciones y visión histórica
Las diferencias tienden a equilibrarse generando flujos. El sol es la fuente de energía externa que hace que los bosques avancen con el viento llevando sus semillas. El magma terrestre es la fuente de energía interna que logra que los continentes se desplacen. Estas migraciones nos dan la medida de la imperceptible duración de los cambios de la Historia. No es cierto que las cosas sean cíclicas, porque permanecemos en la misma etapa de la historia del planeta: agitados como moléculas de un fluido a alta temperatura e inmóviles como la mancha de Júpiter.
Toynbee describió el mecanismo por el que las civilizaciones que avanzan arrogantes como imperios, comienzan su retroceso a la metrópoli agotado su elán vital. ¿Qué agota a las civilizaciones? Según Toynbee, colapsan atenazadas por un proletariado externo que quiere migrar a su interior y otro interno al que albergan en su metrópoli. El proletariado externo presiona, y el interno corta el elán vital. Tanto el proletariado externo como el interno se contaminan con las semillas de la civilización que atenazan. Esa contaminación, como una marca en la arena de la ola al morir, deja un poso que permitirá continuar.
¿Qué mueve a los seres humanos? La arrogancia. Desde la arrogancia, por haber sido mejores que los otros, los seres humanos se permiten el lujo de fluir hacia la humildad de compartir su triunfo, o egoístamente atesorarlo para dominar aún más. Nunca el problema ha estado en que los triunfadores (iguales en sus derechos de libertad y posibilidades) logren ser diferentes entre sí; sino en que los perdedores (desiguales en libertad y posibilidades) sean tratados de forma igual sin distinción.
Entre 1940 y 1950 la arrogancia provocó el mayor cúmulo de migraciones de personas de la Historia (primero con la guerra y luego con el retorno del rencor). Nada ha concluido y de nada nos hemos librado. Europa es frontera entre una civilización heredera del viejo imperio inglés, y otras que acechan desde el sur y el este (herederas a su vez). Con los primeros abandonando, Europa se parece a la del siglo V.
Es preciso un nuevo contrato social desde la Unión Europa para el mundo. Europa debe salir de su impasse de austeridad. Ha de primar la actividad ocupacional de las personas, dando pública garantía económica a esa actividad emprendedora de las personas (no a sus empresas). Pues ahora los robots y la IA cambiarán la naturaleza del trabajo y la forma productiva de las empresas. Será preciso también un gran proyecto. Pues: "Una gran estrategia alinea los intereses y las motivaciones de las personas con los recursos disponibles. Más importante aún, proporciona un marco de acción significativo, que da sentido y marca un propósito que motivará a todos frente a las dificultades". Si no es así, sin visión político social plausible alguna, nos tocará colapsar en la precariedad.
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