Apariciones en Medjugorje
Las apariciones de la Virgen, en el pequeño pueblo de Medjugorje, Bosnia-Herzegovina, se iniciaron en el año 1981 cuando los videntes, seis chicos/as de diez a dieciséis años, vieron en el monte a la Virgen María. Desde entonces hasta hoy millones de personas de los cinco continentes han visitado Medjugorje para vivir una experiencia espiritual que, en muchas ocasiones, ha cambiado su vida, como lo demuestran los miles de testimonios.
A continuación una descripción de los Mensajes del 25 de mayo y del 2 de junio de 2018:
Con exquisita naturalidad, imbuidos en la plenitud del amor, la Virgen les dice como Madre a sus queridos hijos, que los invita a que acojan sus palabras. Palabras que con sencillez de corazón les dirige, para que emprendan:
~El camino de la luz plena.
~De la pureza.
~Del amor único de su Hijo, hombre y Dios.
No se puede describir con palabras humanas la alegría y la luz que penetrará en sus almas y que hara que les envuelva la paz y el amor de su Hijo.
Por eso a los apóstoles de su amor los exhorta, y les dice, que con su vida muestren la verdad, muestren el amor:
~A vosotros que sabéis amar. A vosotros que sabéis perdonar.
~Sed ejemplo para todos aquellos que no van por el camino de la luz y del amor, o que se han desviado de él.
Todos mis hijos, dice Ella, tienen sed de amor:
~Pero, mientras os miro reunidos en torno a Mí, mi Corazón está triste, porque veo muy poco el amor fraterno.
~Hijos míos, la Eucaristía, mi Hijo vivo en medio vuestro y sus palabras, os ayudarán a comprender.
~Su Palabra hace que el alma respire.
Ella, la Madre nos pide que amemos a nuestros pastores y oremos por ellos; y que nuestra esperanza sea la alegría del encuentro con el Altísimo en la vida diaria.
Y nos invita a no descuidar la oración porque la oración, dice, hace milagros.
Y termina:
~En el silencio del corazón adorad a mi Hijo Jesús, que ha dado su vida para que viváis en la eternidad, a donde quiere conduciros.
¡Gracias por haber respondido a mi llamada!
Amar, orar, vivir inmersos en la esperanza, contagiarnos de alegría, vivificar el encuentro con todos y con Dios, descubrir la belleza. Todo un mensaje, para caminar por la luz, el que María nos ofrece.
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