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Fueyo, un pastor con olor a oveja

18 de Julio del 2018 - Francisco Javier Cuesta Fernández (Cangas de Onis)

Con tristeza y preocupación observo los recientes acontecimientos ocurridos en nuestra diócesis tras la decisión de nuestro arzobispo Sanz Montes de realizar los nuevos nombramientos.

Con especial preocupación observo lo que a mi parroquia acontece. Nos crean una UPAP uniendo cuatro concejos, quitándonos así personalidad propia a la parroquia, algo por lo que no estamos dispuestos a pasar, y para ello nos nombran a dos párrocos in solidum y dos adscritos que a la vez han de trabajar en Covadonga. Uno de los párrocos en su actual destino está recogiendo firmas para que no le trasladen, creando también dolor en otras parroquias, y el otro es el señor arcipreste de la zona, actual párroco de Onís entre otras, conocido, querido y admirado en nuestro arciprestazgo.

José Manuel Fueyo, actual párroco, llegó hace unos años a una parroquia que agonizaba, sin casi participación y a la que cada día acudía menos gente a los cultos. El páter, poco a poco, fue revitalizando la parroquia, creando catequesis de adultos, reorganizando las catequesis infantiles y juveniles, creando misas con jóvenes y niños, grupos de oración y un largo etcétera, etcétera. No fue para él una tarea fácil, ya que al principio encontró mucha oposición, que poco a poco fue desapareciendo sola. Lo que Fueyo consiguió crear en Cangas de Onís fue algo insólito en nuestra parroquia, una parroquia viva, abierta a todo el mundo, en la que todos tenemos cabida y en la que nunca se cierran puertas a nadie.

José Manuel luchó por integrarse en la sociedad canguesa (algo que no le resultó difícil, gracias a su personalidad jovial y servicial), una sociedad ilusionada de nuevo y con ganas de volver a poner la mirada en Cristo y en su Iglesia, hasta hace apenas seis días, que nos llega la triste noticia de que Sanz Montes decide trasladar a nuestro párroco, a un sacerdote con olor a oveja, como quiere el Papa Francisco, a las parroquias de la vecina Villaviciosa. Esta noticia cayó como un jarrón de agua fría encima de la sociedad botija, la cual tan agradecida está a su páter.

En estas líneas quiero agradecer a nuestro párroco su entrega, su esfuerzo y trabajo, sus consejos, sus buenas palabras y sus correcciones cuando eran necesarias. Quiero agradecerle por su acogida y su apertura, por estar siempre dispuesto a realizar todo lo que ayudase al rebaño que se le había encomendado. Darle gracias por ser uno más en la sociedad, por no condenar ni criticar, por no juzgar, por no cerrar puertas y, sobre todo, por ayudar a sanar heridas. Podría estar horas hablando de nuestro párroco, pero si pienso en el páter sólo me salen palabras de agradecimiento, de respeto y de admiración. Un hombre que aunque en muchas cosas chocásemos, siempre sabía dialogar con respeto y tolerancia al otro.

Con esto no culpo a los nuevos sacerdotes, ya que ellos, como José Manuel, sólo cumplen la promesa de obediencia a su prelado y aceptan humildemente los cargos que se les encomiendan y a los cuales acogeremos con cariño y respeto, pero no por ello podemos dejar de luchar para intentar conseguir que nuestro páter se quede con nosotros.

Aprovecho esta oportunidad para pedirle al señor Arzobispo que rectifique, que por una vez su mano no sea tan férrea y que mire el bien de las parroquias. Si Fueyo está funcionando en Cangas de Onís, ¿qué necesidad hay de cambiarle? Y si hay cambiarle, espero que sea para mayor gloria y bien de la Iglesia y no por la presión de los cuatro que antes terraceaban con los anteriores párrocos y con éste no lo hacen.

Cangas de Onís luchará por su párroco e intentaremos que Fueyo se quede con nosotros.

¡Gracias, José Manuel, por el gran trabajo realizado estos años en Cangas de Onís!

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