No podemos permitir que supriman la misa de RTVE
Tanto que se llenan la boca en hablar y hablar sobre presupuestos para dependencia, protección al anciano, respeto a otras religiones que pululan por aquí y por Alá, bla, bla, bla, y resulta que el próximo caramelo envenenado que anuncian a sus votantes algunos resentidos es suprimir la santa misa en RTVE, Dios no lo permita.
Como creyente católica pecadora que no comulga desde hace años por culpa de, digamos, ciertas discrepancias de índole farmacológica con esta jerarquía eclesiástica del siglo XXI, no puedo callarme ante semejante ataque a la libertad religiosa sobre todo cuando varios millones de nuestros mayores en sus domicilios, o ingresados en hospitales y residencias geriátricas, encuentran en la misa televisada su consuelo espiritual cada semana. Porque este remanso de paz semanal que les proporciona la Eucaristía les permite rezar en soledad y con sus familiares, o simplemente recogerse frente al televisor de ese mundo exterior al que desgraciadamente muchos ya no pueden asomarse en sus últimos años.
Iremos pidiendo plaza en alguna residencia geriátrica de confesión católica, a los efectos oportunos. Yo ya estoy en lista de espera en la de mis queridas monjas de La Sablera, con vistas a la ría de Avilés.
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