La Nueva España » Cartas de los lectores » Ni interinos ni de carrera: somos profesores

Ni interinos ni de carrera: somos profesores

20 de Julio del 2018 - Myriam Enríquez Domínguez (Muros)

Hace semanas que asisto como espectadora al debate sobre las oposiciones de Secundaria que los funcionarios interinos han puesto sobre la mesa tras unos más que desastrosos resultados en las pruebas de selección realizadas en toda España. Como espectadora, pero también como protagonista, me aventuro a aportar una perspectiva que echo en falta de entre los argumentos que se han traído a colación, especialmente cuando leo los comentarios que acompañan a las noticias y a los reportajes que los medios de comunicación están ofreciendo. Primero, contextualizo: soy una profesora interina de Secundaria, para que no haya lugar a dudas. Y sigo: tengo 56 años, y no, no he aprobado este concurso-oposición. Pero antes de que se pongan en marcha las ideas preconcebidas y los juicios de valor que suelen acompañar a la confesión de las anteriores circunstancias, voy a completar la contextualización. Soy una recién llegada a la profesión, pues ingresé en las listas de interinos hace sólo dos cursos, tras aprobar, con un nueve y pico, las oposiciones del año 2016; entonces también me quedé sin plaza por no tener méritos suficientes (entiéndase antigüedad como interina de más de diez años) en el concurso. A pesar de "carecer" de méritos profesionales, mi experiencia laboral anterior me ha preparado de modo excepcional para las tareas docentes: he desarrollado una competencia extraordinaria en la gestión de conflictos interpersonales, con adolescentes, con familias y con profesionales; he perfeccionado estrategias de gestión de tareas administrativas y de trabajo en equipo; he adquirido un manejo notable de herramientas digitales; me he entrenado en hablar en público y en el arte de la argumentación y la oratoria, y todo ello gracias al desempeño de la profesión de abogada durante casi veinticinco años en mi propio despacho y con una vocación clara de servicio público en el ámbito del turno de oficio, menores, violencia de género y extranjería. Mientras trabajaba, estudié Filología Hispánica -hace poco tiempo de ello-; quería cambiar de trabajo, ser profesora de Secundaria, porque creí entonces -y aún lo creo- que mi vocación de servicio público encontraría en esa profesión un cauce más apropiado. Cerré mi despacho y me lancé a la aventura, en la que continúo. Soy una recién llegada y tengo fresca mi formación universitaria como filóloga, muy fresca y, por lo mismo, muy actualizada. Cuando cerré mi despacho para iniciar la aventura docente me arriesgué y estuve dos años sin trabajo, pasados los cuales pude incorporarme a mi nueva profesión. Llevo, pues, dos años trabajando como "profe" a pleno rendimiento y muy, muy satisfecha. Me gusta mucho lo que hago; me apasiona; estoy encontrando profesionales estupendos y generosos (interinos y de carrera); también estoy encontrando -menos- profesionales mediocres (interinos y de carrera). Este año me he vuelto a presentar a las oposiciones, y las he vuelto a aprobar, pero sin méritos suficientes para poder optar a plaza en el concurso. Mis notas han sido peores que en 2016, pero no mi habilidad, mis conocimientos ni mi desempeño. Podría estar haciendo todo tipo de cábalas sobre lo que ha pasado, sobre lo injusto o lo justo del sistema o sobre mi esfuerzo no recompensado; pero no lo he hecho, ni lo haré. Tengo 56 años y una larga trayectoria de compromiso y retos a mis espaldas. Sé que nunca seré una funcionaria de carrera, pero, por raro que parezca, estoy feliz porque he podido dar clase y espero seguir haciéndolo y superarme cada día; y si no, ya se me ocurrirá algo para poner al servicio de esta sociedad mis habilidades. Y no, no creo que el sistema sea bueno, pero no voy a perder ni un segundo de mi tiempo, ni una pizca de mi energía en quejarme de ello; voy a seguir disfrutando, aprendiendo y compartiendo lo que sé. Como me escribió una alumna de 16 años este curso recién terminado al hacer balance sobre lo aprendido: “Ojalá te marches contenta con lo conseguido, y más aún con lo que te queda por conseguir”. ¿Se puede pedir más? Creo firmemente que los educadores felices podemos cambiar el mundo y yo, gracias a mis alumnas y mis alumnos, soy una educadora feliz (aunque no lo sea de carrera; ni falta que hace).

Cartas

Número de cartas: 45597

Número de cartas en Julio: 58

Tribunas

Número de tribunas: 2069

Número de tribunas en Julio: 2

Condiciones
Enviar carta por internet

Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.

» Formulario de envío.

Enviar carta por correo convencional

Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:

Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo
Buscador