La importancia de la matización (o de cómo no juzgar sin conocer la realidad)
Mediante esta carta solamente pretendo realizar los matices necesarios para mostrar que las cartas publicadas el 21 de julio de 2018 en LA NUEVA ESPAÑA por don Ángel García González y don José Manuel Foyo Marcos sobre la posición del arzobispo de Oviedo acerca de los planes educativos del PSOE muestran, aparte de “su” (de ellos) opinión, detalles que invalidan su crítica.
En primer lugar, las declaraciones de don Jesús Sanz no fueron expresadas con motivo de la misa concelebrada en Covadonga el 14 de junio pasado con el prelado del Opus Dei, puesto que, como resultó evidente para cualquiera de los asistentes, la celebración fue litúrgica, como no podía ser de otro modo. Cosa distinta es que el periódico, quizá no muy correctamente, colocó en la misma página ambas informaciones, lo que pudiera haber dado lugar al equívoco.
En segundo lugar, la financiación de la Iglesia católica en España, en virtud del acuerdo firmado entre la Santa Sede y el Gobierno español sobre asuntos económicos de enero de 1979, ajustándose a lo previsto en el artículo 16 de la Constitución, al día de hoy, los ciudadanos que lo deseen podrán destinar el 0,7 por ciento de su cuota íntegra del IRPF, tras mostrar su voluntad expresa de hacerlo así. Por tanto, si una persona no desea realizar tal aportación es absolutamente libre para ello.
Por fin, en tercer lugar, resulta meridianamente claro que los proyectos educativos del PSOE (¿le sobran la O y la E?) pretenden adoctrinar, y a los hechos me remito. Con el malhadado Zapatero se impuso la asignatura de Educación para la Ciudadanía, contra la que se produjo la reacción de los ciudadanos, el mayor movimiento de objeción de conciencia en la historia de la democracia español. Trata ahora el Gobierno del señor Sánchez de recrear aquélla en versión dura, esto es, con la imposición de la ideología de género como mascarón de proa de su proyecto, naturalmente totalitario, de formar a los niños en futuros votantes del “partido único”. Y es totalitario porque, insisto, trata de imponer, no de convencer, en su ideología, esto es, en su visión del mundo como verdad incuestionable, transformándose en una “religión laica”. Así, provoca, de nuevo, una división en la sociedad española a través de medios artificiales. Totalitario, ése fue el adjetivo empleado correctamente por el señor arzobispo de Oviedo en su declaración. De todos modos, es curioso que siempre los marxistas, socialistas, comunistas quieran que el Papa y los que formamos la Iglesia católica pensemos y actuemos de acuerdo con sus ideas y se extrañen de que nuestra guía sea la doctrina católica.
Les indico a ambos señores, y a quienes no lo sepan, que la enseñanza de Religión Católica es voluntaria, optativa y, como no podía ser de otro modo, evaluable, resultado de los acuerdos de 1979 celebrados entre la Santa Sede y el Gobierno de España, con contenido formador, no adoctrinador, sin confundirse con la catequesis, que, ofreciendo la visión católica del mundo, se explica en las parroquias, igualmente con carácter voluntario. Piensen ustedes cuántos alumnos elegirían la nueva “Educación para la Ciudadanía” si su impartición fuera voluntaria...
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