El Carmín: una asignatura pendiente
Como polesa y fan incondicional del Carmín de Pola de Siero, siento hoy la misma preocupación que la mayoría de mis vecinos. Las frases más repetidas días después, son un clamor: “El Carmín no es lo que era”; “antes era una fiesta familiar y ahora es un macro-botellón”; “me acuerdo de cuando se subía y se bajaba del prau cantando y bailando”… Todas en la misma línea, todas con la misma nostalgia.
Es cierto que hay que tomar medidas. Pero más allá de las que están también en boca de todos, creo que la fundamental pasa por educar (una vez más).
Educar a niños/as y jóvenes de hoy para que sean los “romeros/as” del futuro que nos lleven a vivir el Carmín de antaño. Y hacerlo desde todos los frentes posibles: en los centros educativos hay que insistir en que aprendan lo que es una romería y su importancia en la cultura popular. Desde las familias debemos transmitir cuál es la esencia del Carmín y cómo tiene que vivirse, y, desde las instituciones y sociedades que organizan la fiesta, es necesario programar actividades fiesteras “sanas y saludables” (se me ocurre que, para el año que viene, podría organizarse el Mini-Carmín con la subida al “prau” cantando y bailando como siempre, la merienda (y la recogida de basura correspondiente) y una verbena infantil.
Me preocupa la deriva que está tomando esta fiesta tan entrañable, pero me entristece aún más que nuestros niños/as y jóvenes no puedan disfrutarla como yo lo hice.
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