Protección y fomento para la caza
La caza en Asturias ¿es un bien de presente y de futuro? Este relato tiene doble significado sobre lo que entiendo es conveniente y oportuno referirse. Todo empezó hace tiempo en una sola entidad cinegética, me refiero a la desaparecida Sociedad Astur de Caza, asociación cinegética de identidad netamente asturiana, de carácter social y sin ánimo de lucro, gestora en solitario de la actividad de más de trescientas cuadrillas de caza mayor en el Principado (lo hizo hasta 1982. Después, a partir de ese año, sufrió una rápida pérdida de su masa de asociados, entre otras cosas, que motivaron su cierre)
Por tanto, no preciso a día de hoy la cantidad exacta de formación de estas agrupaciones, cuyos integrantes, individual o colectivamente, se han ido incorporando, acompañados de las nuevas generaciones de cazadores, a los distintos cotos sociales de caza creados en nuestra comunidad a partir de la promulgación de la nueva Ley de Asturias de la Caza de 1989. Como quiera que sea, aunque el estado actual de estos núcleos fuese menor en número globales de grupos y partícipes, no ha supuesto inconveniente alguno para mantener la eficacia que supone el alto grado de participación que ejerce en la región, por el contrario, lo ha incrementado. Como casi toda la ciudadanía residente en Asturias sabe, la caza en el conjunto de su diversidad, despliega en el Principado una gran movilidad de personas, animales y cosas, como nunca antes había sucedido. Las consecuencias extraídas de estos procederes, es necesario resaltar, se deben contextualizar sobre la base de haberse constituido, mediante el consumo y la inversión, en un elemento colaborador solvente, con los mecanismos económicos y el empleo de numerosas industrias asturianas.
Todo esto puede convertirse en un complicado factor de riesgo, si el Ejecutivo sigue sin dar muestras de tener hacia la caza otro talante y no esa situación de indiferencia que ostenta convertida en habitual que nos parece a los cazadores inaceptable. Hubiese sido adecuado un discurso potente y comprometido como cooperante en el revulsivo que se busca obtener frente a quienes la malician. La caza solicita por derecho propio, al Gobierno del Principado, protección y fomento. No puede ser cautiva de tantos prejuicios políticos. No defender la caza públicamente, no patrocinarla, no proyectarla desde la Administración, supone formar parte del problema. Es mucho lo que está en juego, puesto que la quieren prohibir. ¡Casi nada...!
Al respecto, se debe de decir, que existe un hecho diferencial en relación con otras autonomías del Estado, que las distingue de la de aquí, en donde a la caza en esas comunidades se le concede el reconocimiento y la aceptación necesaria y justa por parte de los dirigentes de las diversos y múltiples organismos públicos de su composición, por "ser un bien de presente y de futuro". La caza en esos territorios ha sido, y sigue siendo, un agente de máxima validez, creador de riqueza y de empleo en numerosas empresas de ámbito local. No lo quieren entender.
Eduardo Bros Martínez
Oviedo
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