Cuesta entenderlo
El viernes 27 de julio, los pensionistas cobramos los atrasos sobre nuestras pensiones, consecuencia de lo aprobado en los Presupuestos Generales del Estado de 2018. Esta paga de atrasos es la suma de los siete meses transcurridos en el año hasta el mes de julio más la extra de dicho mes, y su importe es el resultado de aplicar a ocho pagas el 1,35%, que es la diferencia entre el 1,6% de regularización o subida de las pensiones aprobada y una vez descontado el 0,25% que ya se nos había aplicado desde el mes de enero.
Dado que el dinero no suele abundar en casa del pensionista, pues, bienvenida sea esta subida. Sobre todo, para aquellos pensionistas que han de arreglárselas todo el mes con una pensión mínima que apenas les cubre para vivir a pan y agua. Lo que pasa es que aún nadie nos ha explicado de dónde piensan sacar el dinero para hacer frente al gasto que para la caja de la Seguridad Social supone este incremento aplicado a más de nueve millones de pensionistas, máxime, teniendo en cuenta que el sistema público de pensiones tiene déficit de caja de miles de millones de euros año tras año. Uno empieza a pensar que o muy rácanos eran los anteriores gobernantes, o muy babayos y manirrotos (con perdón) son estos de ahora.
A ver: si España no acaba de descubrir pozos de petróleo, minas de oro o diamantes en abundancia, ni cada madrugada nos llueve un nuevo maná bíblico, ¿cómo diablos se puede entender que hasta hace un par de meses no había dinero para nada y seguíamos desde hace años con recortes y aprietes de cinturón para intentar cuadrar las cuentas públicas, y ahora, de un día para otro, parece que quieren demostrarnos que todo es posible y que por dinero nadie va a quedar insatisfecho? Incluso de pronto somos capaces de hacernos cargo de cuantos africanos quieran venir a territorio hispano o hayan sido rechazados por otros países de nuestro entorno. Nuestro servicio nacional de salud dará servicio gratis a cuantos lo precisen. Los niños y jóvenes tendrán el mismo derecho a la enseñanza gratis que cualquier otro nacido en esta piel de toro que nunca hasta ahora supo alimentar a todos sus habitantes. Entre tanto, nuestros jóvenes, una vez terminados sus estudios, seguirán como hasta ahora, teniendo plena libertad para hacer las maletas y buscarse la vida en lo que puedan en otros países europeos e incluso más lejanos si es preciso. Cuesta entenderlo, ¿verdad? No sé yo si el conductor de este vehículo llamado España sabrá al final controlar la velocidad y podrá frenar a tiempo, o si por el contrario nos pegará un cacharrazo que nos dejará patitiesos para los restos. Todo es posible.
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