Xiringüelo, ¿evolución o involución?

Aseguran los miembros de la Cofradía del tradicional Xiringüelo praviano "que la fiesta ha evolucionado de acuerdo a los nuevos tiempos, y las nuevas formas de divertirse de la juventud actual". Según la Real Academia Española, evolución significa "cambio o transformación gradual de algo, una circunstancia, una situación, unas ideas, etc. Ejp: Murió por una evolución desfavorable en las complicaciones médicas padecidas en el transcurso patológico". Es decir, el actual Xiringüelo podría estar entrando en la fase contraria; o lo que es lo mismo, en una auténtica involución; y si echamos mano nuevamente del Diccionario y leemos que sobre involución dice: "transformaciones fundamentales de una sociedad a través de unas claves sucesivas, cada una de las cuales se halla en relación de continuidad: Retroceso en la marcha de un proceso. Ejp: Una involución social o cultural; emprendió la senda de un destino que, en cuatro años, acabó con su prestigio y lo hundió en la más nefasta involución".

Dejamos hay las citas extraídas del Diccionario de la Real Academia, y pasamos a analizar, desde nuestra humilde posición de ciudadano, que el pasado miércoles ha cumplido 68 tacos, y que por tanto le ha tocado ver y disfrutar los comienzos de esta popular fiesta, allá por la década de los años 60, hasta nuestros días.

Todos coincidimos en que el Xiringüelo del siglo XXI nada tiene que ver con aquel otro de mediados del siglo pasado, creado por un grupo de pravianos, que tenía como escenario la localidad de Cañedo. Es evidente que han pasado más de 50 años; como también lo es que la sociedad ya no es la misma de entonces; y aquí es donde surgen la polémica y las dudas sobre el rumbo que en los últimos años ha tomado la popular romería. La práctica del llamado macrobotellón masivo, protagonizado principalmente por gente muy joven, la mayoría adolescentes, ha desvirtuado totalmente los orígenes primigenios de la romería. La pérdida de control, inducido por las intoxicaciones etílicas de estas masas ingentes de jóvenes, llevan asociados con frecuencia actos de vandalismo; peleas entre ellos, enfrentamientos agresivos con toda aquella persona que intente evitar actos indeseados. Los vecinos de Pravia todavía recordamos en la retina las imágenes bochornosas del pasado año que recorrieron las TV de todo el país, cuando un grupo de estos jóvenes incontrolados tuvo que ser reducido a toletazos por las fuerzas de orden público por un grave incidente con los camareros que trabajaban en el bar de la comisión.

¿Y ante esta situación, que es lo que dicen y hacen los responsables de la romería? Pues echar balones fuera y argumentar que "la fiesta ha evolucionado según los gustos de la juventud". Bien, pero a estos señores de la Cofradía Xiringüelera cabría decirles que el término evolución no siempre es sinónimo de algo positivo, algo bueno, algo edificante. ¿O acaso es bueno y edificante que nuestros adolescentes, gente con 15 o 16 años, se pongan hasta las orejas de alcohol, y lo que no es alcohol?, ¿Que niñas y niños de 15-16 años los veamos deambular como zombis vivientes por el prado? ¿Eso es evolución positiva para la fiesta del Xiringüelo? ¿Es evolución positiva que esa inmensa masa de adolescentes tenga que estar vigilada durante 12 horas por tierra, por río y por aire, por más de 200 efectivos de fuerzas de seguridad, para lograr que todos salgan vivos de semejante mogollón humano?

Quizás por el incierto futuro que se cierne sobre la popular romería praviana (de éxito también se puede morir), los miembros de la Cofradía ya han puesto en marcha lo que podría ser la recuperación de la esencia perdida; para ello han decido celebrar el pasado domingo, a orillas del río Aranguín, una mini replica Xiringüelera. Según declaraban a este periódico varios vecinos de Pravia en un reportaje publicado el pasado lunes, día 30, los asistentes manifestaron sentirse "felices de poder recuperar la auténtica tradición de la fiesta".

Quizás en Pravia lo que nos falla es el sentido de la responsabilidad, de la autocrítica, el reconocer públicamente lo que quizás hemos hecho mal para que la fiesta haya tomado los derroteros que ha tomado y lo que tendríamos que hacer para intentar salvar lo poco que de ella nos va quedando. Tendríamos que seguir el ejemplo de Pola de Siero, cuyos miembros de la comisión de fiestas de la famosa romería del Carmín han reconocido hace tan solo unos días en la prensa regional que "el macrobotellón amenaza con terminar con la esencia de la fiesta".

Para tratar de volver a ese Carmín que guardan en la retina, son muchos los que no dudan en pedir "medidas radicales". Uno de ellos, y a los que menos les tiembla el pulso, es el presidente de la Sociedad de Festejos de la Pola de Siero, Jenaro Soto, quien siente que le han "robado" una de sus tradiciones. "Si cortamos el botellón y se toman las medidas adecuadas, en dos o tres años podremos haber recuperado nuestra fiesta", destaca sobre una idea que es apoyada de pleno por César Díaz, concejal de Festejos: "Vamos a hacer lo necesario para cortar el botellón". Así de contundentes se mostraban hace unos días en declaraciones realizadas a este periódico. En la Pola son mucho más realistas y menos tolerantes que en Pravia a la hora de defender su tradicional Carmín; Jenaro Soto asegura que "no se puede decir que lo del Carmín sea la evolución hacia una fiesta contemporánea. Es, únicamente, una mierda". Para comenzar esa recuperación de la fiesta tradicional y frenar el botellón, Soto señala que hay que tomar "medidas radicales". Aunque sean un tanto impopulares, como el impedir que la gente acceda al prado con alcohol que no sea sidra, vino o cerveza". ¿Tomaremos nota en Pravia, o seguiremos empeñados en continuar batiendo récords de asistencia para entrar en el libro “Guinness” como el macrobotellón más grande del mundo?

Manuel Díaz Estrada

Pravia