Dolor crónico, hipotética empatía
Con este escrito quiero reflejar mi nefasta experiencia con la Unidad del Dolor del Hospital Valle del Nalón. Recalco que es mi propia experiencia, y no la de la gran mayoría, que seguro sean satisfactorias. Con 29 años y una operación de columna, llevo muchos años viendo como mi calidad de vida empeora día tras día. Vivir con dolor crónico es muy difícil. Tras muchos años de profesional en profesional me derivan a la Unidad del Dolor. Me recomienda unas infiltraciones y, en caso de no funcionar, se buscarían otras alternativas. En noviembre de 2017 se realizan y a la semana recibo una llamada de la enfermera para ver qué tal, y le comento que no hubo ninguna mejoría. En ese momento me quedo fría al ver que mi paso por la Unidad se iba a acabar ahí, pero tras insistir me da cita para revisión en julio 2018, ocho meses después. Pasan los meses y en julio acudo personalmente para justificar que no podré asistir por motivos personales proponiendo un cambio de cita. Tras la mala actitud de la enfermera, pues descuadro su calendario (bastante mal me estaba sintiendo ya), acudo a Atención al Usuario. Recalco que, si tienen que ponerme la última en la lista de espera, lo comprendo, pero por favor no quiero perder la cita bajo ningún concepto. Dos semanas después recibo una llamada de aquí transmitiéndome la decisión de la Unidad del Dolor de darme el alta. Jarro de agua fría. Mucho dolor, mucho sufrimiento. El dolor es intangible, invisible, te come por dentro, te destruye como persona y te quita las ganas de vivir. Al lugar donde más comprensión necesitaba le digo una única palabra: empatía.
Virginia Fernández García
La Felguera (Langreo)
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