Lo que escuché viajando en tren
Hace unos días pude volver a disfrutar de un pequeño viaje en un tren de cercanías de Asturias, algo que desde sus ventanillas puede parecer, para los que lo utilizan a diario, algo monótono e inapreciable, pero para mí, ver pasar nuestros bellos paisajes por delante de mis ojos, me hacían apreciar la belleza que esconde nuestra tierra, sus árboles, sus casas, sus pueblos, este verde incomparable, me hacía disfrutar de ese trayecto ferroviario. Las personas sentadas a mi lado hacían referencia a sus quehaceres diarios, sin importarles lo más mínimo que las demás personas oyésemos, eso sí, sin querer sus conversaciones mañaneras.
Unos conversaban sobre el tiempo de este verano en el que no vemos el sol, otros sobre deportes, el clima del vagón del tren se hace ameno y distendido, pero hasta mis oídos llega la conversación de un grupo de mujeres sentadas a mi derecha, las cuales se dirigen a sus respectivos trabajos, todas ellas relacionadas con el servicio doméstico. La verdad, un trabajo muy digno, muy sacrificado y muchísimas veces mal pagado. Varias de ellas, las más jóvenes, comentan su estado económico, ayuda por divorciada con hijos a cargo, ayuda por alquiler de vivienda, más las compensaciones aportadas por los hijos de sus ex maridos, y por último, pero a la vez más penoso, sus trabajos diarios en varios domicilios, eso sí, sin asegurar, porque entonces perderían todas las demás ayudas, todas ellas llegando a cobrar cerca de 2.000 euros. Otras dos mujeres comentan que ellas, como viven con sus parejas, no tenían esas ayudas y su mayor ilusión es llegar a cumplir, creo que decían, los 55 años para poder solicitar la pensión mínima, de unos 500 euros más o menos, creí entender, y luego, cómo no, seguir trabajando en domicilios sin asegurar claro está. Y por último, eso sí, y de lo más espeluznante, un matrimonio venezolano, el cual recibía ayudas de todo tipo y ella se dedicaba casi diez horas diarias al servicio doméstico, y el a pintar y realizar trabajos de todo tipo, claro está todo ello sin asegurar. Es más, haciendo alarde de unas fotografías del chalet que están construyendo en su país de origen, Venezuela.
El traqueteo del tren hace que mi cabeza se mueva de un lado a otro, sus argumentos empiezan a amontonarse dentro de mi cabeza: ¿estas personas, no se dan cuenta de sus palabras, de sus hechos? ¿Qué esperan de la vida?, pero como ellos mismos dicen, trabajar asegurado por mil euros ya te supone un gasto diario, que ellos amortizan sin asegurar y no pierden todas las demás subvenciones. Triste es que ancianos con 600 euros de pensión se vean imposibilitados para comprarse unas gafas, o una dentadura nueva, totalmente necesarias para ellos, y nuestros políticos sigan pidiendo más ayudas sociales. Como es normal, muchos se aprovecharán de ellas y otros, casi siempre los más necesitados, se quedarán sin ellas. Señores responsables políticos de Hacienda y de la Seguridad Social, señores del ministerio de Trabajo, ustedes pueden generar miles de empleos creando inspectores para erradicar ese lastre que tenemos y a la vez generar otros miles de puestos de trabajo "legal" más. Algo muy necesario seria unas fuertes sanciones a todos aquellos que contraten sin asegurar, sobre todo en el servicio doméstico.
El viaje en el tren se ha convertido en una tristeza de la cruda realidad, que pasea por las vías de nuestra querida Asturias y en toda España.
Aladino Fuertes Valdés
La Felguera (Langreo)
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