El final del hombre
Una de las agradables sorpresas que nos deparó la pasada edición de la Semana Negra de novela de Gijón fue la presentación de la obra del escritor Antonio Mercero, "El final del hombre".
Mercero es conocido como guionista de series de gran éxito en la pequeña pantalla: "Farmacia de Guardia", "Hospital Central", "Lobos" o su colaboración con Fernando Colombo en la miniserie "El Pacto". Así mismo, ha compartido guion con Gracia Querejeta, en películas como "Quince años y un día" y "Felices 140".
Mercero se ha embarcado ahora en una tarea apasionante, como lo hicieron en su día Vázquez Montalbán, con Pepe Carvalho, o Leonardo Padura, con su Mario Conde, y otros autores creadores de personajes irrepetibles y a contracorriente de los poderes establecidos, detectives y policías sin los cuales no se entendería la novela negra en castellano.
La inspectora Sofía Luna promete. Promete, porque tiene todos los ingredientes para que alrededor suyo giren otros personajes que representan y representarán a la sociedad actual: contradictoria, esnobista, hedonista, desmemoriada... con dificultades no sólo para entender la complejidad del ser humano, entre ellas la sexualidad; sino de respetar las decisiones que algunos ciudadanos toman en virtud de su condición sexuada.
Sólo al final de la novela el lector se irá acostumbrando a "convivir" con la inspectora Sofía Luna. Mercero ha tenido la virtud y el acierto de conseguir que el lector forme parte del mundo de personajes que pululan por la trama en lo que concierne a las vicisitudes por las que atraviesa el inspector Carlos Luna en su lenta y tortuosa transformación en Sofía Luna.
En un primer momento, parecería que la transexualidad formara parte ya de los derechos civiles y, por tanto, incorporada a la convivencia diaria, como ocurrió con la homosexualidad en su día, pero no, no es el caso. Cuando te toca de cerca (familiar o laboralmente) descubres qué, en el tema de transexualidad, la mayor parte de los seres humanos reaccionan como en aquellos años en los que si se le preguntaba a uno si era racista, contestaba algo indignado: "no, por favor, pero no me gustaría que mi hija se enamorara de un negro".
Mercero consigue con su novela retratar las reacciones de familiares, amigos, instituciones, cuando su protagonista Carlos/Sofía Luna decide dar el paso y presentarse como una mujer en toda regla, como lo que se siente desde siempre, como lo que es, pero que no había podido dar el paso... demasiada presión social, demasiada presión institucional y, sobre todo, y por encima de todos los condicionantes, ¿cómo decírselo a su hijo de dieciocho años? No soy persona de lágrima fácil, pero alguna se me escapó en la escena en la que la que la inspectora de policía, Sofía Luna, su exmujer y madre del joven, abordan el tema. Me atrevería a señalar que es la parte en la que novela adquiere una dimensión épica, de un valor humano poco frecuente que justifica por sí sola la lectura de la novela.
Es indudable que "El final del hombre" es una novela negra, tiene todos los componentes del género y su estructura narrativa responde de la primera a la última página a ello, pero uno tiene la sensación de que Mercero ha utilizado este instrumento narrativo para abordar la transexualidad en su dimensión más humana. Por ello, tanto el colectivo de transexuales en particular, como el movimiento LGTB acogerán la obra de Mercero con profundo agradecimiento y, sospecho que, más de uno de los que todavía albergan dudas o rechazo ante la transexualidad y que lean la novela, también lo agradecerán.
La novela termina no sólo con la detención del autor de los crímenes (podríamos decir que es lo menos relevante) sino con el momento en que la inspectora de policía ingresa en el quirófano, consciente de que es su última batalla personal, una vez que ha librado las más duras... las más difíciles... las de su entorno familiar, laboral y social; las batallas que le han conducido a ganar la guerra: la de la aceptación y el respeto.
Marcelo Noboa Fiallo
Xixón
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