Tratando de mitigar la soledad
El ser humano, a lo largo de su existencia, pasa por muchos momentos de soledad que durante la infancia y la juventud apenas se notan. Pero a medida que se avanza por la senda de la vida, van siendo cada vez más frecuentes. Pasada la madurez, llegada la vejez y desde que se pone un pie en el umbral de la senectud, la existencia del superviviente va pareciéndose mucho a un campo de batalla en el que aumentan las bajas y el que sobrevive acaba convirtiéndose en el último sodado que lleva la bandera blanca de la rendición ante la muerte.
Actualmente ya no se dice anciano y, mucho menos, viejo. Ahora, a la persona de edad se le denomina adulto mayor. Es un término nuevo que nos viene como anillo al dedo para elevar la autoestima y no pensar en la vejez. Tendemos a suavizarlo todo, a descafeinarlo, "escondiendo", para no molestar, su verdadero sentido.
Hemos llegado al mes de agosto y para muchas personas ya se han iniciado las vacacionas de verano. ¡Bienvenidas sean! El descanso es necesario para el cuerpo y para el espíritu: recuperamos fuerzas, descubrimos paisajes, buscamos algunos lugares cargados de historia o de vivencias personales, acrecentamos la unión familiar, etc.
Por eso, casi a vuela pluma, deseo ofrecer un decálogo, con aire de urgencia para el verano y el tiempo de vacaciones.
Primero: cuidarás tu presencia física cada día, arréglate como si fueras a una fiesta. ¡Qué más fiesta que la vida! Considera cada amanecer un momento maravilloso.
Segundo: no te encerrarás en tu casa. Saldrás a la calle o al campo de paseo: "el agua estancada se pudre".
Tercero: amarás el ejercicio físico. Un rato de gimnasia, una caminata razonable, por lo menos, abrir la puerta, regar las plantas, contestar al teléfono.
Cuarto: evitarás actitudes y gestos de viejo derrumbado. La cabeza gacha, la espalda encorvada, no favorecen nada.
Quinto: no hablarás de tu edad, ni te quejarás de tus achaques reales o imaginarios. Acabarás por creerte más viejo y más enfermo de lo que eres y estás. A la gente no le gusta oír historias de hospital.
Sexto: cultivarás el optimismo sobre todas las cosas. Al mal tiempo, buena cara. Sé positivo y de buen humor. La vejez no es cuestión de años sino de un estado de ánimo. El corazón no envejece.
Séptimo: pasa haciendo el bien, tratarás de ser útil a los demás. Ayuda con una sonrisa, un consejo.
Octavo: trabajarás con tus manos y con tu mente. Cultiva tus aficiones; el mundo entero está a nuestro alcance.
Noveno: mantendrás vivas y cordiales las relaciones humanas. Busca ser feliz, descubriendo su secreto: "Felicidad no es hacer lo que uno quiere, sino amar lo que uno hace".
Décimo: no pensarás que todo tiempo pasado fue mejor. Deja de estar condenando tu mundo y maldiciendo tu momento. Ríe derramando alegría a tu alrededor. Está claro que, en un mundo sombrío y huraño, la sonrisa radiante puede abrir un resquicio de serenidad y simpatía.
Como final, quizás ahora, en estos tiempos de descanso, sea bueno fijarnos en esos ángulos de la vida a los que tal vez durante el año no les prestamos excesiva atención.
Que todo discurra por el mejor camino.
José Antonio Gutiérrez González
Piedras Blancas (Castrillón)
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