Ganadería y caza en extinción
Le escribo esta misiva para intentar explicar desde un punto de vista racional y sobre todo pragmático, apelando al más puro sentido común, la situación actual del lobo en Asturias en general y en el concejo de Aller en particular.
Empezaba apelando al sentido común no de forma gratuita, ya que intentaré evitar los postulados «ecologistas» que no dejan de ser un fundamentalismo más; hablar como están haciendo ahora dichos grupos de «ejecuciones» y exterminio es no saber de qué se habla y sobre todo desconocer profundamente la situación, lo cierto es que el lobo ibérico (Canis lupus) es una especie prolífica, astuta y con una tremenda adaptabilidad al medio que en los últimos tiempos ha incrementado su población exponencialmente, incluso el invierno pasado llegaron a bajar cerca de la capilla de Felechosa persiguiendo caza.
Otro de los ejes sobre los que pivota esta problemática, no en vano el decreto 155/2002, de 5 de diciembre, alude en su preámbulo a la conflictividad social que produce la presencia de esta especie animal, es la terrible incidencia que el lobo está teniendo en las especies cinegéticas de la zona, la población de rebecos como es sabido después del terrible azote de la sarna se quedó bajo mínimos y ahora que parecía que había unos visos de recuperación los lobos están diezmando al rebeco, experimentados cazadores de la zona pueden confirmarlo y de hecho es lógico, el lobo es un superdepredador y si sobre él no se establece ningún tipo de control esquilmará a las otras especies como ahora está haciendo, venados, corzos, jabalíes y sobre todo rebecos caen fácilmente en las fauces de este animal sin que la Administración del Principado haga nada por remediarlo. Podrían autorizar batidas o subastando ejemplares como viene haciendo nuestra vecina provincia de León.
Cualquier montañero, cazador o senderista podrá dar fe de la cantidad de restos de caza mayor que estos carnívoros dejan en nuestros bosques, así las subvenciones por daños de estos cánidos no han dejado de crecer exponencialmente desde 2004, pudiendo apreciarse el incremento notable de manadas.
La guardería del Principado, ganaderos y cazadores están viendo con impotencia cómo menguan las piezas de caza mayor, potros, terneros, ovejas y cabras.
Por lo que se ve, a la vista de los datos y la estadística, que como se sabe es fría pero exacta, estamos ante una situación realmente complicada y no sólo por los daños a la ganadería, que éstos son pagados con escasa cuantía y gran tardanza, sino por los daños ocasionados a la caza mayor, daños estos difícilmente cuantificables pero sí más que apreciables, además de que dichos daños no tienen forma de subvención o reparación posible, siendo los paganos de esta historia los cazadores asturianos, y además siendo ésta una actividad económica importante.
Gerardo Megido Alonso, Felechosa (Aller)
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