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En desacuerdo con la destitución del párroco de San Pedro de los Arcos

9 de Agosto del 2018 - Berta Riesgo Laviana (Oviedo)

No hace muchos días conocíamos la decisión de cesar a don Jorge, párroco de San Pedro de los Arcos; al ver con desagradable sorpresa que no figura con ninguna función en la relación de los cambios y nombramientos efectuados en varios de los arciprestazgos de la archidiócesis, publicada en el diario LA NUEVA ESPAÑA.

Se entiende que dentro de las funciones atribuidas a los obispos se encuentre la facultad de asignar la dirección y demás funciones de las parroquias a los sacerdotes que considere más idóneos, aunque no estaría de más que, de alguna manera, se contara con una representación de los feligreses, lo que sin duda añadiría más elementos de juicio a la hora de tomar decisiones y contribuiría a dar un paso en la democratización de la Iglesia, que tanto se viene demandando de un tiempo a esta parte. También se evitaría en gran parte la sensación de injusticia que produce a la feligresía, que se supone que debe ser una parte importante de las parroquias, determinado tipo de actuaciones, a hechos consumados, de las que nos tenemos que enterar por la prensa.

Sin embargo, resulta más difícil entender los criterios empleados, al menos en este caso, y parece ser que en algunos más, como se desprende de varias publicaciones aparecidas recientemente en el diario LA NUEVA ESPAÑA y en algunos otros de la provincia, por las siguientes razones:

Don Jorge viene rigiendo los destinos de la parroquia desde hace 19 años, después de haber ejercido una gran labor misionera en el Tercer Mundo, la cual tuvo que abandonar por problemas de salud, y de haber pasado por otras parroquias de la Archidiócesis en las que llevó a cabo su función con reconocida abnegación y eficacia. Su labor en nuestra parroquia la consideramos como la de un buen pastor, tanto en lo referente a la atención espiritual a los feligreses de todas las edades, en especial a los enfermos, sin olvidar a los más jóvenes, a través de una catequesis bien estructurada complementada por los campamentos veraniegos, como en la organización de otras actividades que tienen gran incidencia en el acercamiento de los fieles a la parroquia, como la celebración especial en honor de San Pedro y el gran impulso que se dio a la Cofradía de la Borriquilla y su compromiso y apoyo a Cáritas parroquial, que atiende a un importante número de personas necesitadas. Por otra parte, mantiene una excelente relación con las parroquias de misión en las que prestó sus servicios, hasta el punto que, en algunas ocasiones, parte de sus vacaciones las empleó en visitar a sus antiguos feligreses de las misiones de Ecuador y Benín.

En definitiva, don Jorge es una buena persona y un buen pastor, con quien seguramente se está a punto de cometer una injusticia que parece impropia de lo que cabría esperar de un dirigente de la Iglesia católica, al que se le debe suponer una gran dosis de inteligencia, de imparcialidad, de buen criterio y lo que es mucho más importante, de caridad cristiana.

Poco tiempo atrás no sólo se le consideraba capacitado para regentar la parroquia de San Pedro de los Arcos, sino también para hacerlo de la unidad parroquial que resultó de su fusión con la de la Merced. Ahora, unos pocos meses después, sin que se conozcan las razones, parece que ya no se considera válido. ¿Cuáles son los motivos de tan radical cambio de postura en tan corto espacio de tiempo?

Nos quejamos, no sin razón, de la falta de sacerdotes. Sin embargo, parece que no sacamos buen rendimiento de los pocos que tenemos, pues con este tipo de actuaciones sólo conseguimos una desmotivación que les invita a cesar en su labor pastoral, cuando su edad se lo permite, o directamente se les aparta cuando aún pueden seguir ejerciendo su función. No se duda de la capacidad y buen hacer que adornarán a la persona designada para sustituir a don Jorge, pero es evidente que se está prescindiendo de alguien perfectamente capacitado para seguir ejerciendo su labor pastoral como párroco. ¿No resulta contradictorio?

Sirva este escrito para dejar constancia del malestar que generó a quien suscribe, y a un buen número de los feligreses de la parroquia, una decisión que nos parece extremadamente injusta, y a la vez para pedirle al Arzobispo que reconsidere los motivos que le llevaron a tomarla, a la vista de los méritos que ha ido acumulando don Jorge. Si además le añade una pequeña dosis de caridad cristiana, complementada con la objetividad con la que se debe actuar en estos casos, seguramente llegará a la conclusión de que tal decisión no fue muy acertada y hará caso del aforismo atribuido a Alexander Pope que reza: “Errar es humano, perdonar es divino, rectificar es de sabios”.

Berta Riesgo Laviana

Oviedo

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