Falta civismo y educación
Recuerdo en cuatro viajes a Múnich - Alemania, donde entrabas en los restaurantes a comer y se respiraba casi un silencio de buenas formas. Aquí, los ruidos son ensordecedores, platos, cubiertos sonando cómo una pandereta, niños gritando y saltando sueltos entre las mesas, conversaciones que, más que conversaciones, son charlas entre zotes cargados de vino y cerveza con risotadas de estos pánfilos sin ton ni son a alta la lleva.
Luego existe una Ley Antitabaco donde se prohíbe fumar en ciertos lugares, entre ellos restaurantes; pues nos encontramos que, pudiendo tener un tipo de terraza que ya de por sí da dudas de que se pudiera fumar, los clientes de esa zona se adentran cigarrillo en boca a pedir cuenta o a los baños atravesando zonas prohibidas sin que nadie les señale el camino de la puerta. ¿Cómo dejan los baños algunos y algunas cuando salen de ellos? ¿Dónde vivirán estos cerdos y cerdas?
La falta de civismo está por todos lados, en las gasolineras hay unas áreas para aspirar, inflar ruedas o echar agua al vehículo, pues te puedes esperar media hora a que el señorito de turno seque y limpie el coche con bayeta en mano con una cachaza que roza la mala educación.
Lo de los perritos de las narices ya no tiene explicación posible, los dejan sueltos por parques, jardines, aceras o carreteras, donde los viandantes se encuentran con el baboseo constante de esos asquerosos perritos que sus dueños besan en la boca. Los ladridos que hay que soportar son de verdadero abuso. A usted le encanta su perrito, al resto no.
Vas detrás de coches (circulando, parados, en ciudad o autopista) y observas al guarro de turno sacar la mano por la ventanilla a tirar colillas, servilletas con mocos de perfectos asquerosos y hasta se ponen gallitos si los recriminas. Al volante la mala educación está a la orden del día.
Se escupe por la calle y el energúmeno sigue tieso después de la marranada.
Somos incapaces de consensuar una Ley de Educación apropiada, pero que no seamos capaces de tener asignatura de civismo y comportamiento es imperdonable.
Ya no se honra la vida, la libertad de uno termina donde empieza la de los demás ¡Se enteran!
José Viñas García
Villamiana, Oviedo
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