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La Iglesia bendice la tortura de toros

13 de Marzo del 2010 - Rosa María Mulas Luque (Moreda de Aller)

Un lector de este medio que dice ser cura, en la carta al director «Comparaciones odiosas», publicada el 11 de enero, contesta a quien condena las torturas de toros. Y sí, yo soy quien se quejaba de que se hubiera celebrado una misa en la plaza de toros de El Bibio; pero no se celebró allí por razones de espacio como él dice, ya que la plaza estaba casi vacía pues sólo asistieron familiares o íntimos amigos. Esta misa se celebró en El Bibio en honor de torturadores y «matadores» ya fallecidos en el mismo escenario del crimen ignorando el celebrante las palabras del Papa y santos como Francisco, que consideró a los animales sus hermanos cuando dijo: «Todos los seres de la creación son hijos del Padre y hermanos del hombre. Dios quiere que ayudemos a los animales si necesitan ayuda. Cada criatura en desgracia tiene el mismo derecho a ser protegida». Estas palabras las corroboró Juan Pablo II cuando dijo: «Los animales necesitan nuestra ayuda. San Francisco se interesaba por los animales desvalidos y los pobres». Además está la bula del Papa Pío V que excomulgaba a quienes «participaran en esos sangrientos espectáculos». A pesar de todo esto, los curas de hoy bendicen plazas de tortura y celebran misas en honor de los que torturaron hasta la muerte a animales que autoridades de la Iglesia y conocidos santos defendieron. Respecto al comentario de que «entre la vida humana y la animal no hay color», es fácil decirlo respaldado por la superioridad que le otorga haber nacido humano. En época medianamente lejana, con esa misma superioridad se decía que entre la vida de un negro y la de un blanco «no había color». Curiosamente siempre lo decía el blanco. Después a esas apreciaciones se las empezó a llamar racismo (discriminación en función de la raza). En otra época menos lejana se consideraba que entre la valía de una mujer y un hombre «no había color», pero a eso se le empezó a llamar sexismo (discriminación en función del sexo). A decir hoy que entre una vida humana y animal «no hay color» se le empieza a llamar especismo (discriminación en función de la especie). Decía Alice Walker que los animales «están en el mundo por sus propias razones y no fueron hechos para el ser humano, del mismo modo que los negros no fueron hechos para los blancos ni la mujer para el hombre». En cuanto a la afirmación «más vale una vida humana que todos los toros juntos», también cada vez es menos raro oír: «Vale más la vida de cualquier animal que la del humano que es capaz de torturarlo» y la fiesta nacional se compone de mucho torturador y mucho cómplice. En cuanto a la frase «como existe tanta atrocidad contra la vida humana no se deben gastar más energías de lo justo en la defensa de los animales», George T. Ángel dijo: «A veces me preguntan ¿por qué inviertes tanto tiempo y dinero hablando de la amabilidad para los animales, cuando existe tanta crueldad hacia el hombre? A lo que yo respondo: estoy trabajando en las raíces».

Rosa María Mulas Luque

Moreda de Aller

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