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El debate del aborto en Argentina

20 de Agosto del 2018 - Justo Roldán (Oviedo)

En una sesión plenaria de cerca de dieciseises horas de duración, 38 de los 72 senadores que componen la Cámara argentina, rechazaron el proyecto 2658/18 que permitiría el aborto “libre y gratuito” promovido por las asociaciones de feministas y de género, apoyadas por los partidos de izquierdas, incluida a la expresidenta Cristina F. de Kirchner.

Para nada ha servido que, durante más de un mes de comisiones, con comparecencias de juristas, médicos, biólogos etc., que aun llegando a declarar en sede parlamentaria que un embrión no era un ser humano, o que en biología no se consideraba persona hasta su nacimiento (biólogo Alberto Kornblith) no lograron convencer a la mayoría de los senadores procedentes de las provincias argentinas.

Quien esto escribe ha seguido la maratoniana sesión, y algunas comparecencias previas a la misma, pues barruntaba, como así ocurrió, que acudirían los grandes defensores y detractores del aborto, y de la consideración que ambos tenían del embrión, utilizando para ello los últimos avances científicos para defender cada una de las dos posturas enfrentadas ante el proyecto a debatir.

Me ha llamado poderosamente la atención la forma en la que comenzó la sesión plenaria: izado de la bandera dentro del hemiciclo. Los senadores, puestos respetuosamente en pie, y posterior emisión del himno de la nación. Todo ello bajo un silencio respetuoso de los senadores presentes y del público asistente (que algunos tomen buena nota). A continuación, las intervenciones individuales de 62 senadores de un total de 72, expusieron su postura con un tiempo equitativo y muy generoso en su extensión. El respeto al interviniente fue la tónica, y los enfrentamientos fueron insignificantes, si los comparamos con los del congreso de diputados de España en la carrera de San Jerónimo.

Los argumentos esgrimidos por quienes defendían el “aborto libre y gratuito” eran de sobra conocidos por quienes los hemos vivido con anterioridad: derecho de la mujer sobre su cuerpo, la denuncia del patriarcado, la falta de educación sexual y reproductiva, los casos de muerte por los abortos “clandestinos”, la reivindicación del feminismo, la igualdad de géneros, y esa larga lista de eslóganes, que tan buen resultado dieron en otros países. Todo ello, aderezado con “lágrimas” de algún senador, añadiendo relatos escogidos de casos extremos que conmocionaban a cualquiera. Pero nada en defensa del embrión, aun reconociendo que la vida comienza en el momento de la concepción, punto este en el que todos los intervinientes estaban de acuerdo, no así, en los derechos que para los defensores de la intervención voluntaria del embarazo (Cristina F. de Kirchner y algún senador más, protestaron por considerar un eufemismo la palabra aborto, por lo que tiene de estigmatizante, citando las palabras de Martin L. King sobre la expresión “negro”) que al parecer no tienen hasta pasadas las catorce semanas de gestación, o a partir del nacimiento – ya que según los intervinientes pro-abortistas– no son “personas”.

Las reiteradas denuncias por los abortos clandestinos, y sus consecuencias, ha sido la tónica de toda la sesión plenaria. La reivindicación de diferenciar, lo que es la democracia, la libertad y la política, del ámbito “ideológico” social o religioso, fue injustamente utilizada para descalificar a quienes defendían el derecho del no nacido; algo que no fue nunca utilizado por los senadores contrarios al aborto, que más allá de utilizar –legítimamente– razones índole personal y de conciencia, se basaron solo en evidencias científicas, constitucionales y de derecho o en defensa del bien común argumentando en base a salvaguardar siempre, las dos vidas; la de la madre y la del niño.

Interesante debate para quienes, como yo, defendemos el derecho a la vida como el bien supremo, desde su concepción, hasta su muerte. No es entendible, que antes de las catorce semanas de gestación no sea un “ser humano” y después sí. No es de sentido común que a un ser humano se le permita por ley disponer de la vida o la muerte de otro ser humano, por ello es lisa y llanamente una aberración, digan lo que digan los médicos, los científicos, los políticos o el “sursum corda”. Hoy en la Argentina, la vida se impuso a la muerte, a Dios gracias.

Justo Roldán

Oviedo

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