Insultos a un bebé en el pediatra
Soy madre de un bebé de 23 meses y, desde su nacimiento, usuaria del servicio de pediatría del Centro de Salud de Ciudad Naranco. El trato recibido en dicho centro ha sido excelente, siempre me han atendido de forma respetuosa y absolutamente profesional. Desafortunadamente, mi última visita no fue tan satisfactoria. En esta ocasión me topé con la excepción que confirma la regla: una enfermera que, con su deplorable actitud, empaña todo el buen hacer del equipo de profesionales de este Centro de Salud.
El pasado 13 de agosto, a las 12:15, acudo con mi hija a la consulta de pediatría. El motivo de la visita es una luxación en el codo izquierdo. El doctor realiza una maniobra para colocar hueso y ligamentos en su sitio. Yo nunca he sufrido una luxación en el codo, pero no me cuesta imaginar que debe ser bastante doloroso. En ese momento entra en la consulta la enfermera, preguntando por qué llora tanto la niña. El doctor le explica el caso y le indica que le administre ibuprofeno, por vía oral, para calmar el dolor. Ante la dificultad para poder administrar el medicamento a un bebé de 23 meses que no deja de llorar a causa del dolor y del estado de ansiedad en que se encuentra, la enfermera reacciona diciéndole a la niña, o más bien gritándole, que es “una maleducada, una grosera y una borrega”, palabras textuales. Cuando le recrimino su actitud, se dirige a mí en un tono bastante agresivo, profiriéndome los mismos insultos y acusándome de no saber educar a mi hija. Me dice que la niña está demasiado mimada y que una luxación no duele tanto como para llorar de ese modo. En ese momento, lamentablemente, yo también alzo la voz y le digo que la única grosera y maleducada que hay allí es ella. No pude decirle nada más porque salió de la consulta dando un portazo.
En ningún momento se me ha pasado por la cabeza poner en duda la praxis de esta profesional de la salud, pero tengo motivos suficientes para asegurar que su trato con el paciente dista mucho de ser correcto: nos ha faltado al respeto, a mi bebé y a mí, nos ha insultado y alzado la voz, se ha atrevido a cuestionar la educación de mi hija y se ha atrevido a juzgarme como madre. Me pregunto si un profesional de la salud puede dar este trato a un paciente impunemente, y espero que alguien me responda que no, que su actitud es absolutamente inadmisible y que tendrá su correspondiente sanción. También espero que ninguna madre, ningún padre, ningún bebé y, en general, ningún usuario del sistema público de salud, tenga que pasar por una situación como esta.
Ester Vazquez Mallada
Oviedo
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