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No a la recuperación del coso

17 de Agosto del 2018 - Belarmino Daniel Álvarez Álvarez (Uviéu)

Desde hace un tiempo a esta parte, hemos venido viendo, por diferentes medios de comunicación, cómo el actual consistorio ovetense se ha propuesto recuperar la Plaza de Toros de Buenavista, un recinto que lleva clausurado por ruina desde hace ya más de diez años, tras la tristemente recordada última corrida celebrada en Oviedo el día de San Mateo del año 2007.

Cabe señalar, en primer lugar, que no es cosa exclusiva del Tripartito -formado por SOMOS, la FSA-PSOE e IU-, pues parece existir un amplio, unánime diría yo, consenso político alrededor de la cuestión, o al menos no discutido por nadie: la plaza de toros debe ser recuperada como un "potencial" para la degradada zona de El Cristo-Buenavista. Así es que el primer partido en plantear dicha recuperación en forma de "centro polivalente" fue ya el entonces gobernante Partido Popular del ahora líder de la oposición Agustín Iglesias Caunedo, cuando con motivo de las elecciones de 2015 anunció dicha propuesta desde la alcaldía a bombo y platillo, de manera similar a como el Ejecutivo de Wenceslao López lo está haciendo en estos momentos. Es más, parece que existe una especie de competición partidista por ver quién es el que tiene la mejor propuesta para el viejo y degradado coso, pues con motivo de este anuncio, pudimos ver recientemente cómo la formación ahora defenestrada del Pleno municipal, Foro Asturias, echó en cara al alcalde que se apropiase de su idea para la reforma del susodicho.

Así las cosas, parece casi seguro que se acabará produciendo la ansiada reforma, una vez es sabido que el Ayuntamiento está agilizando los trámites con el Principado para saber qué reforma puede acometer dentro de los límites que marca la catalogación del edificio como «Bien de Interés Cultural», o incluso la posibilidad de descatalogar o reducir la consideración de BIC y con ello poder realizar las obras necesarias. Así pues, y más allá de si estamos de acuerdo en la inclusión del inmueble en dicho inventario o por el contrario pensamos, como es mi caso, que está hecha a calzador y sin una base real que la sostenga, como quien decide hacer lo propio con los paneles de Toros de Osborne de las carreteras, lo cierto es que a este asunto debieran de sobrevenir obligatoriamente algunas cuestiones que, o bien no se plantean y son pretendidamente eludidas, o, en el mejor de los casos, son referidas vagamente con argumentos de poco calado cuando no directamente falsos. ...stas son fundamentalmente dos, sino tres: la primera, si realmente el edificio tiene ese valor que tanto se le presupone, o al menos el suficiente como para justificar una intervención que a todas luces resultará millonaria para las arcas municipales, y esperemos que con buenas prácticas, algo de lo que no tenemos muy buenos precedentes en esta ciudad; y la segunda, si su recuperación como espacio multiusos realmente excluirá, como muchos parecen pensar o incluso dar por hecho, la celebración de espectáculos taurinos. Habría aún una tercera cuestión, y es si con esto realmente revitalizarían los barrios de Buenavista y El Cristo.

Partiendo de aquí, cabe comenzar diciendo que son muchas, variadas y de gran peso las razones que a contracorriente del pensamiento hegemónico se pueden y se deben esgrimir para decir claramente «No» a la rehabilitación de la Plaza de Toros. Pero antes, comencemos retrayéndonos brevemente al origen del inmueble ovetense, en 1889. Dicho ruedo nació para dar sustitución a la antigua y provisional plaza de madera que once años antes, en 1878, se erigiera financiada, como la nueva, por las clases burguesas de la ciudad con el fin de importar los usos y costumbres que sus iguales castellanos, andaluces y de otras partes de España promocionaban en sus respectivas provincias. Todo ello se engloba dentro de un periodo en el cual, por un lado, el deporte comienza a despegar en Europa como nueva actividad de ocio de las referidas clases -y más tarde también de las obreras-, y por otro, en el que las fuertes corrientes nacionalistas culturales comienzan a hacerse notar, y así lo hacen también en el ámbito deportivo, donde por desgracia en nuestro caso será en forma de un espectáculo tan lamentable y canallesco como el de la tauromaquia, práctica que en España coge cuerpo de elemento nacional distintivo, una llamada a la cual las clases burguesas asturianas respondieron con obcecada devoción, las mismas que, al tiempo que valoraban esta y otras prácticas exóticas, ignoraban o incluso despreciaban las propias que aquí tenían lugar y que, siguiendo el camino contrario, se fueron atenuando o directamente perdiendo por el camino.

Sin embargo, estos orígenes, que llevan a materializar una "sólida" plaza -con el tiempo se vería que no tanto- a imagen y semejanza de las que por toda España ya se estaban levantando, han quedado solo en las fotografías, pues del diseño original del prestigioso arquitecto Juan Miguel de la Guardia, del que por suerte podemos contemplar otros cuantos edificios de gran valor, prácticamente no quedan ni los cimientos. Y es que hablar de la historia del Coso de Buenavista es hablar de la historia de un edificio ruinoso, que ya en la pronta fecha de 1917 se ve declarado en ruina por primera vez, para pasar en los años treinta a quedar completamente destrozada tras los belicosos avatares por los que nuestro país tuvo que transitar. ¿La historia posterior? Una suma de reconstrucciones y arreglos hechos con materiales de una calidad ínfima que dan como lugar lo que hoy podemos contemplar, casi todo resultado de la última gran intervención con la que se reabrió en 1958, una intervención que no resultó, como se pretendía, ni mucho menos definitiva al tener que hacerse a lo largo de toda la segunda mitad del siglo XX sucesivas actuaciones más que nunca acabarían de ponerle el punto final a una historia interminable, hasta que en enero de 2008 el Ayuntamiento se vio finalmente obligado a echarle el cierre, una vez más.

Esto es pues de lo que estamos hablando cuando se plantea recuperar el supuesto edificio "histórico": un simple pastiche pobremente reconstruido, una copia barata y sin ninguna singularidad con la que se pretendía emular a aquellas plazas que por el contrario, por su ubicación y contexto, respaldo popular y de mecenazgo, historia, diseño y materialización, sí gozan del valor patrimonial, histórico, artístico y singular del que Buenavista, una plaza "del montón", carece. Cualquier persona que dé un repaso a la multitud de ruedos existentes en la Península y aún fuera de ella, y pueda contemplar su arquitectura y documentarse al respecto, comprenderá de lo que estoy hablando. No son solo Las Ventas, La Maestranza, La Monumental, Campo Pequeno... son el amplio y variado número de recintos taurinos, en ocasiones mismamente en ámbitos rurales, que forman parte del patrimonio local -y por tanto universal-, pues respondían a una tradición heredada y viva en el momento en que fueron concebidas, cuando no a una gran inversión económica que correspondía de manera proporcional con un interés que era generalizado, algo que no ocurre en nuestro caso, lo que no parece ser sino el mal al que los asturianos estamos empeñados a consagrarnos eternamente: ser una copia del original, en vez de optar por ser el original.

En base a todo lo anterior, podemos decir sin temor a equivocarnos que cualquier persona que pretenda defender esta edificación tratando de argumentar a su favor apelando a su supuesto valor histórico-artístico yerra, bien ingenuamente, bien a sabiendas. Tales son las declaraciones de periodistas y columnistas, políticos e intelectuales varios del panorama autonómico, o deberíamos decir provinciano, afanosos en recuperar este inmueble, pero que en muchos casos callan o por lo menos no se revuelven ni la mitad cuando del decadente estado del patrimonio medieval del concejo se trata -la Cerca en calle Paraíso, el conjunto de Tudela-Olloniego, el subsuelo de Foncalada...-, el inmenso patrimonio rural en estado crítico -ay, si la plaza estuviese fuera de la ciudad... ¡ya no se acordaría de ella nadie!-, la Fábrica de Loza de San Claudio, los yacimientos militares abandonados de la Guerra Civil... como callados estuvieron y están, o incluso aplauden, cada vez que se hace una intervención salvaje en nuestro casco histórico, entre otros lamentables y numerosos sucesos que tuvimos que vivir en esta ciudad por parte de la piqueta incivil. Cuando se recupere todo esto, me creeré entonces las supuestas preocupaciones patrimoniales cuando se habla de restaurar la Plaza.

Pero sigamos con la (des)valoración del edificio, pues uno de los argumentos de su defensa es su supuesta singularidad y valor artístico, haciendo siempre referencia a los arcos neomudéjares de las fachadas. Hay que decir que dichos elementos responden a un modelo bastante extendido, y por tanto carecen de singularidad en su género, por no decir que de traza muy similar pueden ser apreciados ya en la cercana plaza de El Bibio, recinto construido a la par que el ovetense y siguiendo un modelo muy parecido, siendo concebido también como polígono con 16 caras -a propósito, otra característica que en ocasiones se vende como singular, cuando son varias las que tienen esta "curiosidad", como igualmente puede contemplarse en la vecina Santander-. Pero es que, además, basar la importancia del edificio en la escasez de estos arcos en suelo asturiano resulta como mínimo pobre a nivel argumental. Lógico que sea escaso en Asturias. Cómo no lo va a ser, si es un elemento foráneo. Invito a la reflexión a quienes esgrimen este argumento de si, siguiendo su criterio, en el caso de que mañana se hiciese construir, pongamos por caso, una pagoda, aunque fuese un edificio mediocre en todos los aspectos, éste merecería protección y consideración de bien de interés cultural, además de una cuantiosa inversión para ser recuperado en caso de encontrarse en estado de ruina por abandono. Creo que las cosas hay que saber valorarlas en su justa medida, y en este sentido la descontextualización no habría de ser algo a poner en valor en Arte.

Que en una ciudad en la que durante tantas generaciones, y aún actualmente, reinó a partes iguales la destrucción por especulación cuando no por negligencia, así como el abandono y la decadencia de obras de gran valor, se venga a poner el grito en el cielo y a respaldar una intervención costosísima para un edificio como el que estamos tratando, resulta cuanto menos o una tomadura de pelo, o simplemente algo de mal gusto. Y ahora que hablo del mal gusto, sinceramente, qué quieren que les diga, me parece una construcción bastante fea. Pero consideraciones subjetivas aparte, quería rematar la cuestión de los susodichos arcos haciendo referencia a la hipocresía que veo en este argumento, ya que de todos los planes de reforma que se han planteado hasta ahora, todos sin excepción contemplan la demolición del edificio anexo, que es la parte mejor conservada y de hecho la única que no está abandonada actualmente, al encontrar alojamiento en su interior el Servicio de Veterinarios Municipales, siendo donde mejor se pueden observar por su estado de conservación los arcos de estilo neomudéjar junto con el de la entrada principal del palco. Un despropósito absoluto si de tanta conservación va el tema. ¿Que no forma parte de la planta y el proyecto originales? Cierto. Pero, ¿y qué queda de original en este edificio?

Yo propongo a todos los abogados defensores que, si tanta estima tienen a los dichosos arcos, reflexionen entonces precisamente en la actuación contraria: la demolición de la plaza previa descatalogación como BIC pero la conservación, por el contrario, del edificio anexo y del arco monumental de la entrada principal, que requerirían mucha menos labor restauradora. Este último podría quedar exento en mitad del parque de la misma manera que ocurre en el San Francisco con las arquivoltas de la antigua iglesia románica de San Isidoro -maldita piqueta incivil, aquí sí-, y en el caso del edificio anexo bien se podría sacar a concurso para ubicar una cafetería con terraza o similar que invitase a la gente a acudir al parque si este se reforma, se amplía y se dota de nuevos servicios. A lo mejor podría incluso complementarse con ideas nuevas y asequibles. Por ejemplo, puede que no fuese mala idea en esta operación de revitalización del barrio y posible ampliación del parque, dar traslado a la fuentona de Longoria Carbajal, actualmente inutilizada por resolución judicial y reconvertida por Don Gabino en un macetero gigante. Ya saben, cosas que pasan por querer materializar los proyectos en espacios muy limitados... O aventurándonos un poco más, incluso reconvertir el espacio en un interesante jardín árabe. ¡Si es que no hay ni ideas!

Por otra parte, hablando de espacios limitados, quería hacer incidencia en otro de los motivos que me llevan a rechazar esta propuesta de rehabilitación del Coso. ¿No les parece este un espacio demasiado reducido para un centro polivalente de unas 10.000 plazas de aforo? Esto no es ninguna tontería, y es algo a lo que también parecen empeñados en ser fieles nuestros gobernantes: hacer las cosas apretadamente, cuanto más mejor, con pésimos accesos y nula visibilidad. Pasó con el nuevo Tartiere, pasó con el Calatrava... y ahora con el centro multiusos; suma y sigue. La pésima ubicación de la Plaza sin duda será otra herencia negativa de cara al futuro, aparte de, no lo descartaría, las probables intervenciones que quizás en un mañana, a pesar de la actuación presente, habría que volver a hacer en una construcción vieja y aviejada, construida con materiales de muy mala calidad y que ha notado mucho en sus estructuras y en su fachada el paso del tiempo y tal vez lo siga notando con el paso de los años. No olvidemos que estamos hablando de un edificio que siempre ha dado problemas de arruinamiento a lo largo de toda su historia, y que quizás podría volver a darlos en un futuro, aunque reconozco que esto ya pertenece al terreno de la elucubración.

Volviendo a lo seguro y a lo presente, cualquiera que se dé un paseo hoy alrededor del Ruedo verá que son multitud las piedras y los ladrillos desgastados, agrietados y rotos, y muchas las cornisas caídas y las partes desconchadas. En definitiva, aún si se rehabilitase, obligaría a tirar, como ya está previsto, la mayor parte del edificio por ser técnicamente "irrecuperable", y dentro de la parte a conservar, renovar multitud de piezas. ¿De qué recuperación hablamos, pues? Reconozco que así es como se actúa en edificios de gran valor que están en situación grave o muy grave, y si éste lo tuviera lo defendería; pero seamos francos, esta plaza, que por las propias asociaciones taurinas es catalogada como de "tercera categoría" -tal vez de segunda si se acomete la reforma, posición que ocupa la de Gijón-, no guarda el valor suficiente como para acometer una obra de la magnitud de la que hablamos, pues es de derecho exigir que haya una relación lógica entre el valor real de lo recuperable y la inversión a producirse. En este caso, como ya se anunció, obligaría a hacerlo de manera progresiva en distintas fases debido a su carestía, la cual, a todo esto, excede de largo los presupuestos participativos que ha introducido el nuevo gobierno municipal en la agenda y para los cuales en un inicio había sido presentada, razón que ha llevado a que fuese finalmente disgregada de los mismos, puesto que exigía renunciar al resto de propuestas, más viables. En definitiva, es una insensatez.

En otro orden de cosas, más allá de la conveniencia o no de hacer en Oviedo un espacio polivalente, el hecho de recurrir a la Plaza de Toros para ello es algo innecesario en primer lugar, pero en segundo término totalmente contraproducente. Y aquí es donde entramos en la segunda cuestión planteada: la vuelta de las corridas taurinas a la Capital. Hay una especie de creencia buenista generalizada en torno a la utilización del espacio multifuncional. De manera ingenua, o bien malintencionada y cínica, se está haciendo creer a la gente que este espacio será concebido para otros usos siempre ajenos al de la tauromaquia, pero lo cierto es que aprovechar para esta iniciativa el Coso taurino abre totalmente las puertas a su vuelta, que dependerán del color político y de los pareceres del gobierno local así como de las distintas influencias y coyunturas que se presenten; es una afirmación del todo atrevida, infundada e irresponsable. No hay ningún motivo para creer que éstas no volverán a producirse, más cuando: 1. Antes o después puede volver al gobierno el PP, donde el lobby taurino tiene una influencia importante; 2. A pesar del crecimiento de la conciencia animalista, estamos viviendo una época de vuelta al españolismo más rancio, que afecta también a lo folclórico; y 3. En la vecina Gijón siguen existiendo corridas, así como en otras tantas localidades cercanas, muchas de las cuales han realizado operaciones similares a la que para nuestra ciudad se está planteando.

A fin de cuentas no me estoy inventando nada. Tanto es así, que de esta forma y en los siguientes términos lo manifestó el todavía portavoz y alcaldable del PP en declaraciones públicas hechas el año 2015 a la prensa: si algún empresario lo propone, corridas de toros, pero también espectáculos de otro tipo. Efectivamente, eso quiere decir "espacio multifuncional". Que nadie se lleve a engaño ni se lamente cuando ya sea tarde. No es de extrañar que detrás de la pretendida reforma del Coso hayan estado desde el principio y al pie del cañón las asociaciones y los aficionados taurinos de Oviedo y de Asturias, pues como es lógico son los primeros interesados en que se inicien las obras. Lo que me resulta sorprendente e inexplicable es la tranquilidad con la que en cambio parecen tomárselo las asociaciones antitaurinas y animalistas en general, que hasta el momento han estado mirando para otro lado. Solo espero que no lo tengamos que lamentar dentro de unos años.

Para acabar con esta larga disertación, quería hacer una última referencia a la tercera cuestión que planteaba al principio: la revitalización de los barrios de Buenavista y El Cristo, que al final es el trasfondo real del problema que los vecinos piden solucionar, y no tanto la recuperación en sí misma del Ruedo taurino, del que sin lugar a dudas su estado de abandono y ruina no agrada a nadie. De nuevo, en este tema creo que muchos se equivocan en situar obstinadamente en el Redondel la punta de lanza de la degradación del barrio. La decadencia de este área de la ciudad responde esencialmente al traslado del Hospital y el abandono de los viejos pabellones. Este terreno, que ocupa una superficie muchísimo mayor que el de la Plaza, es el que debería de ser el principal reto y preocupación del Ayuntamiento cuando hablamos de volver a amenizar y dar vida a El Cristo y a Buenavista. ¿Qué proyecto tienen para ello? Exceptuando el caso del centro social, aún hablamos de vagas ideas, frente a las propuestas detalladas y estudiadas del Coso para una pronta actuación. Y pienso yo, aunque nunca fui muy partidario del espacio multifuncional y sí, en cambio, de contar con un nuevo y ampliado Palacio de Deportes, que si tanto se quiere dotar a la ciudad y en concreto a este barrio del mencionado espacio polivalente, ¿por qué no se aprovechan los terrenos del viejo HUCA, mucho más espaciosos? Algo con buenos accesos y párking, de nueva planta y bien diseñado, que imposibilite en su misma concepción una celebración tan arcaica e indeseada como la que hasta 2007 tuvo lugar en nuestra ciudad. Sin duda, sería una mejor opción.

Belarmino Daniel Álvarez Álvarez

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