Fútbol madrugador
Aún estamos viviendo las tardes doradas del mes de agosto y ya ha regresado el fútbol a las verdes praderas. Cada vez se adelanta más la temporada, de tal forma que un día no muy lejano, sin prisa, pero sin pausa, todo será fútbol a nuestro alrededor.
Me pregunto si, liberado agosto, es cosa también de las nuevas ingenierías mediáticas, que viene a sustituir a la filosofía más elaborada. Me pregunto, asimismo, si hay un plan establecido para que el fútbol monopolice el ocio y el entretenimiento a nivel mundial, aún más de lo que ya lo viene haciendo, de tal manera que todo resulte previsible y fácil, incluido nuestro tiempo libre, como parece que les gusta a esos pastores contemporáneos de las ideas, que quieren saber siempre lo siguiente que vamos a hacer, aquello en lo que vamos a gastar.
Como bien es sabido, el fútbol mueve montañas de dinero, y también auténticos sentimientos de gente que de verdad se apasiona. El fútbol ayuda a sublimar los incontables problemas, las dificultades brutales del día a día, incluso la soledad o el desánimo, tiene un poco de mundo secundario, de lugar extraterrestre, en el que se olvida la realidad real, cada vez más erizada de espinas y deberes. Y, por supuesto, el fútbol proporciona también frustraciones, enfados, tensiones, angustias... como la vida misma.
Admirado mes de agosto, el fútbol no ha esperado a septiembre. Y por si fuese poco, ahí están los fichajes, ese morbo increíble, ese suspense, que para algunos tienen más interés que los propios partidos de fútbol. Los fichajes son un género periodístico propio a la vez que fundamentales para el entretenimiento del espectador. Y este año, con la marcha, anunciada y desmentida varias veces, de Ronaldo a la Juventus, el morbo ha sido mucho mayor.
Todo esto alimenta un cóctel de emociones que ayuda a ignorar el mundo real. Tanto es así, que el fútbol pone a sus héroes y "cracks" por delante de todo. Sus comunicados, sus tuits, sus gestos y también sus jugadas, forman parte de un celoso escrutinio mediático, dejando de lado cualquier otra grandeza no futbolera.
Por todo ello, el fútbol ya está aquí, casi sin haberse ido. Y porque con la televisión hace pareja de hecho y uno no puede concebirse sin el otro.
Destaca igualmente la enorme factura que hay que pagar por este espectáculo y la pasión que llega a otros lugares del globo, incluso obligando a modificar horarios.
Y actualmente, al parecer, a la conquista del gran mercado de los Estado Unidos que, aunque se resiste, ya lo hace mucho menos.
José Antonio Gutiérrez González
Piedras Blancas, Castrillón
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