Franco entonces y Franco ahora
Por fin, el señor Sánchez y su gobierno de señoras y señores ministros, muy progres todas y todos, según parece, acaban de aprobar un Real Decreto reformando en parte la Ley de Memoria Histórica y dando paso a llevar a cabo la exhumación de los restos mortales del general Franco de su actual tumba en el Valle de los Caídos, para que sea la familia quién disponga a donde desea depositarlos definitivamente.
Yo que creo no tener nada que agradecer a quienes ganaron la guerra, ya que en ella perdí a mi padre teniendo yo entonces año y medio de edad, y sufriendo luego las consecuencias de una posguerra llena de dificultades sin ayuda oficial de ningún tipo, nunca pensé que a mis casi ochenta y dos años (me falta solo un mes para cumplirlos) iba a ver que después de que a la muerte del dictador y con la llegada de la democracia, los que de verdad se habían visto involucrados en aquel nefasto conflicto bélico entre hermanos o ciudadanos de una misma raza, país y costumbres, habían sido capaces de dejar a un lado rencores, intereses y tendencias ideológicas para que, pensando en el futuro, los españoles fuésemos capaces de empezar a caminar juntos tirando del carro de nuestra España todos en la misma dirección de paz y de progreso en democracia y libertad, resulte que ahora, cuarenta y dos años más tarde, volvamos casi a pretender abrir viejas cicatrices que ya se suponían curadas y olvidadas. Franco fue entonces, no es ahora.
¿Si el Valle de los Caídos lo construyó el régimen de Franco, y si allí se supone, que quienes están enterrados en su mayoría son los caídos del llamado bando nacional, qué puede importarles a quienes con razón nos recuerdan a todas horas que aún hoy siguen teniendo a sus caídos enterrados en fosas comunes en montes y cunetas? ¿Lo prioritario no sería recuperar los restos de sus familiares? El dictador, si nos hizo daño, nos lo hizo en vida, ahora que está enterrado y con una buena losa encima, ¿a quién molesta?
Con todos los problemas que en la actualidad tiene este país no se puede entender que se pierda el tiempo y se gaste un solo euro del dinero público en algo que no va a solucionar nada. No creo que una vez sacados los restos de Franco de donde ahora están, las cosas vayan a cambiar para bien en nuestro país: ¿Se solucionara el problema que nos plantean los separatistas catalanes? ¿Devolverá alguien la vida a las personas asesinadas por los fanáticos etarras? ¿Empezaremos a tener una tasa de empleo capaz de evitar que nuestros jóvenes se vean obligados a emigrar? ¿Tendremos una sanidad pública libre de listas de espera? ¿Nuestro sistema público de pensiones dejará de tener déficit de caja y podrá actualizar las pensiones cada año conforme al IPC, además de mejorar las pensiones mínimas a niveles dignos de subsistencia? ¿Seremos capaces de evitar que ciertos españoles se vean obligados a practicar la mendicidad o la prostitución por falta de un medio que les permita vivir de su esfuerzo y trabajo digno? ¿Evitaremos los desahucios que dejan a familias en la calle por falta de medios para poder pagar los alquileres o las letras de sus viviendas? Yo creo que nada de lo que acabo de mencionar se va a arreglar y que seguiremos, sino igual, quizás peor. No quisiera herir sensibilidades, pero en mi opinión, nada empeora más las cosas en política que el fanatismo y la puesta en práctica del rencor y el revanchismo, que solo llevan al desencuentro y en definitiva al desastre. Hagamos las cosas bien, busquemos consenso para solucionar los problemas básicos de este país, que son muchos y merecen la máxima atención, y vayamos olvidándonos de cosas del pasado que nada arreglan. Si tiramos del hilo de esa madeja llegaremos a la época de Viriato y estoy seguro de que aún no nos pondríamos de acuerdo.
José Luis Álvarez Lauret
Gijón
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo