Vuelva usted pasado mañana o mejor no vuelva
El 14 de enero de 1833 publicaba en Madrid un misterioso "Fígaro" el conocido artículo "Vuelva usted mañana". Para quien no recuerde sus clases de literatura, tal texto versa sobre un extranjero de origen español que pretendiendo invertir un capital en nuestro país, se encuentra con el tal Fígaro que haciendo de mal profeta en su tierra advirtiéndole de que lo que el pretende hacer en quince días le llevará quince meses y aún será incapaz de hacerlo por los obstáculos, trabas y trampas burocráticas.
Iluso de mí, cuatro guerras civiles, dos dinastías, dos repúblicas, una dictadura y cuarenta años de democracia después, pensé que la modernidad habría hecho las cosas un poco diferentes, pero todo sigue igual (o si acaso peor por tener más medios y menos excusas), al menos en cuanto se refiere a la Administración regional.
Me explico, tras una serie de anticipos en el BOPA en abril (toda película tiene su tráiler), el lunes 21 de mayo de 2018, se publica una convocatoria pública para conceder dos becas de colaboración en la Oficina de Asuntos Europeos del Principado de Asturias de Oviedo y Bruselas, el Diploast, por así decirlo.
Cualquiera de los dos destinos me venía muy bien, tanto por tiempo, como por dotación económica, para mis planes de futuro que no entran directamente al caso. Nos daban quince días naturales para enviar toda la documentación requerida (que era mucha y cara, por la necesidad de compulsarlo todo) y, dentro de ese plazo, presenté mi solicitud, esperando poder pronto despejar la incógnita de mi futuro tras el verano (pues se preveía que la beca duraría desde agosto/septiembre a diciembre).
No supe más del Principado hasta el seis de julio, cuando recibí una carta en la que me mandaban subsanar parte de la documentación en diez días, cosa que hice en seis y aún hubiera sido más rápido si no hubiera tenido que lidiar con otros cuerpos de la administración, como la Universidad de Oviedo o la Agencia Tributaria, a todas luces excelentes y mucho más eficaces que la Consejería de Presidencia y Participación Ciudadana del Principado de Asturias, que es quien convoca la beca.
Al entregar la documentación traté de enterarme cuándo se podría saber algo, y la mejor respuesta que obtuve, aunque decepcionante, fue que la persona encargada estaba de vacaciones, pero se sabría a finales de julio. Bien, a finales de mes, ante el silencio administrativo, llamé y, después de que dos personas hicieran como que no sabían de qué ayuda estaba hablando ni de ninguna Unión Europea, una tercera me dijo que hasta que no volviera la persona encargada (el día 31) era muy difícil que se supiera nada.
Pasaron los días, poco a poco el verano iba avanzando y volví a probar suerte a eso del 7 de agosto, sin más fortuna que la vez anterior. Por lo visto, otro miembro de la comisión de valoración estaba de vacaciones y, claro, no se reunirían hasta el 16 de agosto. Muy curioso cuando la beca contemplaba la posibilidad de comenzar en agosto y, en todo caso, terminar no más tarde del 31 de diciembre. Las sucesivas llamadas siempre molestaban y parecía que más que vuelva usted mañana, querían decir que no volviera, que sólo había una plaza para cada sitio y que ambas tenían ya heredero, aún antes de ser convocadas.
Bien, llegó el día 16 y no se reunieron y, a día de hoy, 28 de agosto, siguen sin reunirse, o sin tener pensado hacerlo, o sin decir nada a los que nos interesamos por ello. Cada vez que llamo, es decir, cada vez que llama mi madre, pues detestaría identificarme, el trato y la asistencia es peor. Probablemente no me den la beca, lo sé, pero reclamo mi derecho a que me digan que no. No es no, pero, por favor, que me digan que no, porque hay muchas otras oportunidades que podría estar persiguiendo si no tuviera que andar pendiente de ellos.
En fin, la última reflexión y la que más rabia da es que al final demostramos ser unos europeos de pacotilla hasta para las convocatorias públicas relacionadas con la UE. La administración asturiana es hoy lenta, inútil y, Dios no lo quiera, puede que arbitraria.
Pablo Figaredo
Oviedo
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