Os mismos de sempre
Una vez pasados los albores veraniegos, una reflexión sobre acontecimientos de aquello que ha tenido lugar, trayendo gratos recuerdos, refiriéndose, eso sí a “Os mismos de sempre”.
Coincide con el décimo aniversario de su creación, sin dejar de crecer en todos estos años, lo corrobora como han pasado de un puñado de amigos, a los sesenta que forman el elenco del grupo teatral. Una de sus características dignas de destacar: que conjugan lo artístico con otra faceta no desdeñable, la socio-solidaria.
En lo artístico destacar que las actuaciones pueden y deben catalogárselas de lo más creativo, extraordinario, de vanguardia.
Se apartan del teatro costumbrista tan asturiano, para adentrarse uno o más peldaños en lo que al ingenio se refiere, lo actual, sin ceñirse precisamente a lo inmediato, lo próximo, no se encasillan, se expanden, todo es próximo por lejano que parezca. Más novedoso por lo diverso y enriquecedor.
Entre la originalidad del espectáculo se encuentra el vestuario, con un esmerado e ingenioso diseño, es otra de las facetas que llama la atención causando el deleite del espectador, cuando ésta entra en escena.
Un pasaje teatral diverso lleno de momentos que encandilan.
“Os mismos de sempre” llenan un hito en lo que a espectáculo teatral se refiere. Con una innovación constante, les otorga estas vistosas coreografías escénicas. Exceden de lo amateur y rallando en la profesionalidad.
Tampoco es desdeñable el apoyo que le brindan las empresas locales, en la consecución de los espectáculos en lo que significa el movimiento e infraestructuras de la tramoya.
Los fines de la gala merecen una excepcional mención, al influir en la divulgación del problema que el cáncer que sufre la sociedad actual en un elevado número. En ella vuelcan los beneficios de su trabajo por un bien superior, la investigación de esta dolencia, cuyos estudios los realiza el equipo de investigadores oncológicos del Hospital General de Asturias.
La continua afluencia de público a todas y cada una de las representaciones queda de manifiesto el acogimiento y cariño de tapiegos y visitantes dispensan.
Aquellos que sufrieron (o sufren, está siempre latente) el zarpazo de esta dolencia, valoran este signo de humanidad desinteresada.
Desde Tapia, y un año más, erigiéndome en nombre de tantos afectados presentes y futuros, gracias.
José Antonio Campoamor, Totono
Tapia de Casariego
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