La Nueva España » Cartas de los lectores » La vergüenza del plumero continua

La vergüenza del plumero continua

15 de Septiembre del 2018 - Pedro del Rosal Cimadevilla (Gijón)

El año pasado apareció en los medios publicada una noticia esperanzadora al respecto: "Gijón declara la guerra al plumero", donde se explicaba que el Ayuntamiento de Gijón ha iniciado las acciones de erradicación de esta especie invasora en diversas parcelas de propiedad municipal, como una primera medida de experiencia piloto.

En una línea parecida, en octubre del año pasado se manifestaba el consejero de Infraestructuras, Medio Ambiente y Ordenación del Territorio, D. Fernando Lastra: "el plumero es uno de los problemas ambientales más importantes que tiene hoy la comunidad" y anunciaba el encargo de un estudio científico, cuya publicación se esperaba para finales del año pasado, para "aplicar sus conclusiones de manera contundente, cooperada y coordinada". En términos similares otro titular de la prensa asturiana reflejaba esta euforia: "Asturias declara la guerra al plumero de la pampa".

Posteriormente, ya a principios de este año, se anunció que el estudio se retrasaba y que su encargo era para el catedrático de botánica de la Universidad de Oviedo, D. Tomás Díaz

Si no fuéramos de aquí, y viéramos con nuestros propios ojos lo que está pasando, tal vez nos dejáramos llevar por el optimismo y la falsa euforia, pero la realidad es mucho más tozuda que las ideas, y sobre todo aquellas que llenan titulares vistosos.

No cabe duda que es mejor que algo se mueva en este sentido, a que las cosas sigan como están. Pero por el momento la situación, desde un punto de vista ambiental, es totalmente dramática y muy lejos de control. El avance de las hectáreas contaminadas en los últimos años por esta especie invasora es de tal calibre, especialmente en Asturias y tal vez aún peor en Cantabria, que la situación está totalmente fuera de control y que la responsabilidad de aplicar medidas que permitan manejar la situación están en manos de las Administraciones: locales-autonómicas-estatales.

Es obvio que una acción coordinada de las mismas permitiría ser mucho más eficientes y eficaces en esta labor de control, pero esto dista mucho por el momento de ser una realidad. La administración estatal, responsable del control de parcelas limítrofes en autovías y líneas de ferrocarril, es de total inacción, teniendo además el dudoso honor de ser los que crearon este gravísimo problema introduciendo esta especie para mantenimiento de taludes por el rápido crecimiento y poder de enraizamiento de esta especie invasora, ¡grandiosa idea!

La segunda, la administración autonómica, responsable de polígonos como Bobes, Lloreda y Zalia, así como de parcelas de carreteras autonómicas, es de absoluta dejadez. Se diría incluso más bien de promoción, fomento y cultivo de esta especie invasora en los polígonos indicados, en lugar de empresas: ¡vergüenza les debería dar tener todas las parcelas como las tienen!

La tercera, la administración local, está mucho más preocupada del cuidado de parques y jardines, y de asuntos tan importantes como mantener el césped a una altura máxima de 5 cm y de plantar flores ornamentales en puntos estratégicos visibles, que de arrimar el hombro en esta ingente tarea, que solo puede ser abordada en conjunto y coordinadamente, si se quiere atisbar un mínimo de resultados. La administración local dispone de medios suficientes para ello, solo hay que mirar las plantillas y presupuestos de las empresas municipales de limpieza, parques y jardines de las principales ciudades asturianas. No es mucho pedir que prioricen sus actividades ordinarias aplicando un poco de sentido de la importancia, como si de una lección de barrio sésamo estuviéramos hablando: diferencia entre lo importante (especies invasoras) y lo menos importante (césped en perfecto estado y mantenimiento de flores ornamentales).

Es una pena que hayamos llegado a esta situación en regiones como Asturias y Cantabria. Me pregunto cómo un problema que lleva ya muchos años latente, no solo aquí, sino en otras muchas regiones, algunas de ellas lo han llegado a controlar totalmente. Es el caso del País Vasco. Para los que vayan a hacer próximamente un viaje por carretera en la A-8 entre Oviedo y San Sebastián, les invito a que observen el panorama de los arcenes y fincas aledañas, y observarán coincidiendo con la época de floración (meses de septiembre a diciembre) que en Asturias la situación es muy mala, en Cantabria peor aún, siendo extremadamente grave y preocupante en la bahía de Santander, pero curiosamente cuando se llega a la frontera con Euskadi, desde ahí hasta la otra punta, San Sebastián, no se ve ni un plumero. ¿Son magos los vascos o es que allí la tierra no es proclive para el crecimiento de esta especie invasora? Obviamente ni lo uno ni lo otro, sencillamente que aplican el sentido común y aplican la legislación y los recursos públicos con sentido de la responsabilidad para afrontar con inteligencia y eficacia un problema desde hace ya muchos años, y no como aquí, que no se hizo absolutamente nada y solo hasta que la situación es desesperada y objeto de la preocupación pública se empieza a hacer algo, y todo ello con el consiguiente sobrecoste e ineficiencia que podría haberse evitado si hubiera un poco de anticipación y seriedad en las decisiones en lo público... como tantas otras cosas que ahora no vienen al caso.

En Euskadi se aplica el RD 630/2013, sobre las especies invasoras, que entre otras medidas prohíbe la posesión, transporte, tráfico y comercio de ejemplares, y da potestad a las administraciones para requerir a los titulares de terrenos donde existan estas especies para que faciliten a las autoridades competentes el acceso para verificar y en su caso tomar las medidas necesarias para su control. Todo ello con un régimen de sanciones que se aplican en caso de que se incumplan estas medidas. Traducido a la realidad esto se refleja en que no está permitido que un particular tenga una planta de plumeros en una finca privada, precisamente para evitar que los miles de semillas que sus penachos albergan sean una fuente de expansión de esta especie en las fincas y zonas limítrofes. Y naturalmente también, en que las administraciones tomen cartas en el asunto y ejerzan sus competencias con eficacia. Eso es lo que hacen en Euskadi, ni más ni menos, y en esto sí hay que admitir que son más listos que nosotros, y tienen constatado y sobradamente documentado cuales son las acciones a realizar para erradicar plantas, dependiendo de su tamaño y zona de crecimiento, y todo ello con una adecuada coordinación de medios entre las diferentes administraciones, sobre todo local y autonómica, que cubren muchas de las competencias en esa comunidad autónoma. Desconozco si los vascos han hecho en su momento un estudio científico para abordar este problema, como vienen haciendo con eficacia desde hace años. Lo que sí está claro, en base a los hechos y realidades que se pueden ver y palpar, es que cuando alguien hace algo bien, no hay nada que inventar, lo único que hay que hacer es copiar y dejarse de perder el tiempo y el dinero, ambas cosas muy importantes en la vida, pero especialmente en asuntos como éste y cuando se manejan recursos púbicos sobremanera. Pero, sobre todo, no alardear de ello, porque resulta ridículo. Si lo que se quiere hacer es algo más que copiar, que sería innovar, pues también vale, y bienvenido el estudio científico. Y todo esto por supuesto lo manifiesto con el mayor de los respetos para el catedrático D. Tomás Díaz que nada tiene que ver con la dejadez y absoluta irresponsabilidad que las distintas administraciones han ejercido con lamentable perfección durante muchos años y que son la causa que nos ha traído hasta aquí.

Hagan algo por Dios, pero hagan algo ¡ya! Lo primero es aplicar las leyes existentes, pero sobre todo el sentido común, optimizando los recursos, que son de todos y que es obligación ética y legal de las autoridades. Les invito a copiar lo que se ha hecho y se hace bien en otras comunidades, que están sometidas al mismo problema que nosotros y en las que allí está totalmente controlado. Y no se pongan méritos donde no los hay, sino que, al contrario, pidan perdón por su inacción que es lo que ha producido el gravísimo problema que ahora tenemos y lo que obligará a afrontar unos gastos enormes si se quiere tener una mínima probabilidad de éxito.

Pedro del Rosal Cimadevilla

Gijón

Cartas

Número de cartas: 45552

Número de cartas en Julio: 13

Tribunas

Número de tribunas: 2069

Número de tribunas en Julio: 2

Condiciones
Enviar carta por internet

Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.

» Formulario de envío.

Enviar carta por correo convencional

Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:

Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo
Buscador