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Educando en igualdad, sin acritud

31 de Agosto del 2018 - Rufo Costales (Oviedo)

Era un hombre rudo, tosco, atávico, tradicional. En todo. También en su condición de macho sexual, con nulas interacciones postcoitales con Hortensia (una repartidora de pizzas picantes, a domicilio), sobre si el amor es prosa y el sexo poesía.

Él, gracias a sus estudios técnicos y a las charlas de un primo ferroviario de Casorvía, después de superar una dermatitis perianal (o síndrome del ano pulido), siempre que había hecho el amor o, en otros casos, fornicado, siempre había priorizado la misma posición dominante, sin variantes: la bendita, nunca mejor dicho, posición del “misionero”. Él encima, ella debajo, aprisionada entre sus brazos, sin resquicio para la fuga, sometida.

Esa era (mientras oía, enardecido, “500 días y 500 noches” de Sabina) su posición preferida, baluarte de su autoestima como macho alfa, inmutable e invulnerable ante teorías de puntos G, kamasutras, sexo-progre moderno, sadomaso, el látigo estelado y gilipolleces varias.

Hasta hoy, porque mira por donde, vamos a toparnos (otra vez) con un gobierno solidario, inclusivo, más justo, transversal y LGTBIsta, con sus paridas y paridades, lenguaje no sexista, ley de igualdad… ¡Dios, Ley de Igualdad!

¿Les recuerda esto a algún controvertido personaje de la época del eximio Zapatero? Bingo. La “miembra” Bibiana Aído, que dejó frases para la posteridad como "un feto de 13 semanas es un ser vivo, pero no un ser humano", o “abortar con 16 años es como ponerse tetas”, la misma que con generosa contumacia pretendía que todos fuéramos iguales. Nadie debería estar encima, y menos aún, debajo. Habríamos de hacer “ello”, que dirían “Martes y 13”, de lado, frente a frente, de tú a tú, relación horizontal, sin ventajas posicionales, en igualdad. A que mola.

La ministra ultra feminista se había contradicho en lo de la igualdad, al afirmar que “hay que trabajar sobre los hombres” y proporcionarles un teléfono para que “canalicen su agresividad”. ¿Trabajar sobre ellos? ¿Dónde queda el libre albedrío? ¿Hacerlo por teléfono? ¡Pero qué invento es ése, oiga, que yo soy de pueblo!

No me digan que no la recuerdan (yo estoy acomplejado desde entonces).

Hoy, nueve años más tarde, una nueva heroína del feminismo, Carmen Calvo Poyato, toma el relevo de su otrora compañera, insinuando que los hombres no tenemos la correcta perspectiva de género, al declarar que “el sexo no debe poner a las mujeres en una posición subordinada, que debe ser recíproco, y no un acto de agresión de un hombre, en busca sólo de su satisfacción personal”. Para ello, dice, “habrá que formar a los jóvenes en los valores de las mujeres".

A ver. No he entendido con claridad algunos aspectos de su postulado (una forma elegante de decir que no me he enterado de nada). Me parece críptico lo de la “posición subordinada” ¿se refiere a la ancestral postura del misionero? ¿Y sexo recíproco? ¿Y acto de agresión del hombre? ¿Un hijo es el fruto de agresión del hombre? Vaya tela.

Si es lo que pienso, sí, necesito formación en los valores de las mujeres. Me ha abducido, sra. Vicepresidenta. Tendrán que reeducarnos o deseducarnos, con importantes dotaciones presupuestarias para tal fin, con el objetivo de cercenar nuestras obsoletas "estructuras mentales" machistas, para caminar a la par, en igualdad, con las féminas del siglo XXI.

Y digo yo, ilustre y pertinaz (o perspicaz, no sé) vicepresidenta del Gobierno: ¿No sería más recomendable rezar tres vía crucis y tomarse un Orfidal, por eso de rebajar la agresividad, para que, de un modo definitivo, concluya este psico-thriller erótico feminista de bajo presupuesto al que nos tienen sometidos, deje de tocar los dídimos al personal masculino, y haga mutis por el foro?

Confieso que, ante tanto desatino progre-multicultural, me declaro eunuco. Antes capado que estafado, “my dear”.

Tanta lucha, para nada. Demasiados años manteniendo la misma posición (bendita), para que llegue ahora una ministra y, a golpe de decreto, le envíe otra vez con sus queridas cabras. ¿Le reconocerán, después de tanto tiempo?

¡Qué cruz de Gobierno!

Rufo Costales

Oviedo

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