Tomadura de pelo
A mí me parece que nos están tomando el pelo. Resulta muy raro tener un presidente del Gobierno de España que no fue votado por una gran mayoría de españoles. También es extraño que el separatismo venga mostrándose cada día más crecido, y que el presidente de la Generalidad catalana insulte al resto de los españoles y que aquí no pase nada. Aunque no es nada nuevo que algunos digan que la solución a nuestras dificultades diarias sea “retirar los restos de Franco de la tumba en el Valle de los Caídos”, ni tampoco es novedoso que haya quien aún se dedique a desprestigiar todo lo que tenga que ver con España, porque hablar mal de nosotros mismos sigue estando mejor visto que hablar bien.
Quizás es momento de decir que el principal problema que hoy tenemos aquí, el más gordo, son los políticos: sobre todo esos que tienen como objetivo el de enfrentar a los ciudadanos. Ciertas personas de las que ahora desempeñan esa noble labor, la de hacer política, no es que sean de tercera. Parecen de sexta categoría. Un día sí y otro también demuestran que para ello no valen. Son gente menor, de muy limitadas capacidades y en algunos casos con el aspecto del bandolero sacando la navaja cachicuerna. Gran parte de quienes se dedican hoy a hacer política en España son un lastre. Una masa de individuas e individuos chupando con su sueldo el resultado del trabajo de las personas que debemos acatar leyes, normas y pagar los impuestos, claro.
Tras la presentación de una moción de censura, alternativa que viene recogida en nuestra Constitución, algunos políticos españoles vienen demostrando que la gente de la calle, y no digamos la de los pueblos (con tanta persona mayor), carecemos de toda esperanza para mejorar las cosas. En el fondo dan a entender que para nada contamos. Aunque luego esos mismos políticos acabarán por acercarse a pedirnos el voto. Y es que el hecho de elegir a los representantes públicos –nuestra esperanza última– nos lo están manipulando o retrasando, con lo que viene a demostrarse que la inexperiencia democrática que padecemos es muy grande.
Por ello no es que sea bueno, es que ya se hace necesario que nos convoquen para votar en unas elecciones generales.
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