En el día de hoy...
Con este título, ganaba el Premio Planeta en 1976, el escritor Jesús Torbado. Es una novela ficticia, que comienza con el último parte de guerra, donde se informaba del fin de la contienda, y la derrota del ejército rojo; pero como tal ficción en la que se desarrolla la trama, parte de altear la historia. Así, los vencidos son los facciosos y los vencedores las tropas republicanas. Todo un alarde de imaginación, que le valió, el premio dotado con 4 millones de pesetas, al escritor leonés.
Esta introducción, que da título a esta reflexión que le sigue, viene a colación, pues tal parece que haya sido leída por los autores de la Memoria Histórica, y hayan sido víctimas de lo narrado, al terminar por confundir, la ficción con la realidad; y ahora pretendan hacer realidad la ficción, y hacer ficticia la realidad. Y en este juego, han aparecido noticias en los medios de comunicación, de una pretensión por parte de los populares, de elaborar un texto alternativo, al de ZP, que iría encaminado a pactar una especie de reconciliación, sobre la memoria de todos.
El mero hecho de que ya circule por las rotativas de varios periódicos, por las redacciones de varias cadenas de radio y televisión, y por las agencias on-line, es un error de difícil justificación, pues da la sensación de que a Pablo Casado le marcan la agenda política y los tiempos, los socialistas y sus socios. Pero; aunque por ahora, los populares estén en la oposición, no deja de ser la contrapartida a perder el gobierno. Pero esta situación opositora de iure no es producto de la voluntad popular, sino más bien en contra de ella. Si las elecciones han sido ganadas por el PP; está obligado éste a: o bien retornar al gobierno, que legítimamente les corresponde, por medio de los acuerdos que sean posibles; o bien a ejercer un control a la acción política del gobierno, para que este no legisle contra la voluntad de quienes no han apoyado ninguno de los programas electorales, que hoy pretenden imponer. Pero todo lo anterior no será posible, si se entra a "la muleta del engaño" que los social-comunistas les tienden.
La ley que Zapatero (leonés como el escritor) se sacó de la chistera (o del Premio Planeta), está de más. No hay porque; ni enmendarla, ni sustituirla. Hay que derogarla ya. Y, si no es posible, oponerse a ella con toda la fuerza que da el sentido común, la razón y el respeto a la historia, y a quienes la hicieron posible. Y es la Historia con mayúsculas, la que debe de ser analizada por quienes tienen competencia y conocimiento para ello: los historiadores. Ya que solo a ellos corresponde, enjuiciar las causas y valorar los hechos que las produjeron; pues se trata de un periodo de casi medio siglo, en el cual han ocurrido los más radicales y cruentos cambios políticos.
Todos tenemos nuestra propia historia particular. No hay duda. Y siempre subjetiva. Pero todos colaboramos a la "historia colectiva". Por ello, nunca la parte es mayor que el todo. Por ello, mal empezaría el flamante secretario general de los populares si no mantiene su propia agenda y sus propios tiempos. Y hoy la planificación de las prioridades no está -o no debiera- ni en desenterrar a los muertos, ni enfrentar a los vivos. Tienen por tanto la obligación los populares de parar este sinsentido en el que se mueven podemistas, independentistas, filoterroristas y socialistas necios. Mantener la firmeza de la Ley, y obligar a su cumplimiento; pues mientras esto no se haga, seguirá el gobierno secuestrado y España, otra vez, repitiendo la historia.
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