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Ángel Matellanes Crespo, entrañable profesor del colegio Loyola

6 de Septiembre del 2018 - Luis Nogueiro Arias (Oviedo)

El pasado 27 de agosto nos dejó don Ángel Matellanes Crespo, a los 84 años, un veterano profesor del colegio Loyola de Oviedo. Buena parte de quienes cursamos EGB y el Bachillerato con los padres escolapios en los años 80 y quienes nos sucedieron como alumnos recibieron las clases de este destacado profesor. En el caso concreto de mi promoción (algunos de nosotros entramos en párvulos en 1977 y finalizamos COU en 1989) recibimos, entre otras, sus clases de Religión en 7.º de EGB, de Historia de la Música en 1.º de BUP, y los que optamos por Letras las materias de Historia del Arte e Historia Contemporánea en COU.

Hablamos de un profesor muy preparado en toda la gama de materias humanísticas, que disfrutaba explicando los temas en sus clases con una seriedad –nunca distante–, quizás más aparente que real, probablemente como contrapeso a una cierta timidez y ausencia de ego pese a sus profundos conocimientos y esfuerzo en la preparación y exposición de sus asignaturas.

Su dedicación por nosotros, sus alumnos, queda patente revisando los apuntes mecanografiados que nos facilitaba para preparar la Selectividad completando los manuales de textos ya de por sí densos, en un sacrificio docente muy por encima del estricto cumplimiento meramente exigible. Sus apuntes de Historia Contemporánea eran de nivel universitario y la base que nos transmitió nos resultó capital para comprender los episodios históricos de los últimos dos siglos que alumbraron el sistema político y jurídico actual a muchos de sus alumnos que, como yo, elegimos la carrera de Derecho (posteriormente tuve la oportunidad de estudiar la asignatura de Historia Contemporánea en la UNED, materia de tercero de licenciatura y puedo decir que los conocimientos transmitidos por don Ángel me fueron de gran utilidad).

En el año 1989 también se encargó de enseñarnos Historia del Arte, materia cuyo programa exigible para la Selectividad era ciertamente denso (abarcaba desde el arte antiguo al contemporáneo en sus diferentes órdenes y especialidades); nuevamente sus apuntes mecanografiados sirvieron para resumir y explicar en mejor medida el inmenso manual con el que nos tocaba lidiar aquel año. Buena prueba de la ingente cantidad de temas a tratar en el programa lo acredita el hecho de que algunos otros colegios o institutos no pudieron finalizar la explicación de todo este amplísimo temario, pidiéndome algunas amigas si podía facilitarles los apuntes de don Ángel de cara a completar el programa no impartido para preparar el inminente selectivo que se avecinaba, lo que hice de buen grado y hoy reconozco en la seguridad que al profesor Matellanes no le hubiera parecido mal ya que por encima de todo era un maestro, alguien dispuesto a dar lo mejor de sí a todos cuantos pudieron tener interés en incorporar a sus vidas escolares todos estos estilos pictóricos, arquitectónicos, musicales que con tanta intensidad y orden reflejaba en sus extraordinarios apuntes, siempre revisados, siempre mejorados curso a curso (asignatura de Historia del Arte que pude convalidar en el Conservatorio para mis estudios musicales).

Sus amplios conocimientos y la calidad de sus clases tuvieron una correspondencia muy positiva en las calificaciones de sus materias en Selectividad, lo que seguramente para él era motivo de orgullo, siempre interiorizado, puesto que sería incapaz de presumir por ello. Y pese a tal auto exigencia en la preparación y oposición de su magisterio fue un profesor generoso en sus calificaciones probablemente porque el listón que marcaba la media de sus apuntes ya era una buena plataforma de salida para superar el selectivo en sus materias. Hoy, tantos años después de recibir sus clases, y cuando nos acabamos de despedir de él, quiero poner en valor su gran calidad humana, –educación y trato exquisitos siempre por bandera–, así como su extraordinario magisterio. Me alegro de haber tenido la suerte de haber sido uno más de sus alumnos, cuyo recuerdo como educador y profesor siempre estará presente y me consta el cariño y elevado concepto que de don Ángel tienen igualmente mis compañeros de promoción.

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