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D. Manuel Sánchez Corbí, coronel de la Guardia Civil

10 de Septiembre del 2018 - Adolfo Soto Madera (Oviedo (Asturias) España)

Quiero hablarles de Corbí, del coronel D. Manuel Sánchez Corbí, del hasta hace poco jefe de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil. Cesado inopinadamente para muchos por el actual Gobierno, al parecer por pérdida de confianza, que es el único argumento que se puede esgrimir para cesar al antes destinado en “libre designación”. Esa pérdida de confianza, si no la norma sí la lógica, exige al instructor del expediente motivarla concretando la ambigüedad del concepto para la adecuada valoración del órgano competente para decidir el cese.

Supe del hecho de modo genérico por la prensa y las redes sociales. No indagué más detalles porque no los necesito para categóricamente afirmar que tal cese es injusto, infundado y además estúpido.

Me explico:

Conocí al hoy coronel Corbí en el Acuartelamiento de Intxaurrondo de San Sebastián cuando siendo teniente destinado en los Servicios Especiales, Unidad de la Guardia Civil ubicada en Madrid cuyo objetivo prioritario era la lucha antiterrorista, hacía allí escala cotejando datos con el Servicio de Información guipuzcoano, en su paso a Francia, donde se entrevistaba con el servicio francés. Y recuerdo a un joven oficial, pero experimentado y documentado conocedor del terrorismo de ETA.

Supe que se crió, estudió, creció, viviendo ambiente vasco en Irún, donde estaba destinado su padre, también guardia civil. Capté pronto que era un joven con la madurez que da un objetivo claro: ejercer su profesión de guardia civil en la lucha antiterrorista, es decir, poner su inteligencia y laborado conocimiento en la sinergia de un equipo cuya razón de ser era inutilizar y acabar con ETA. Y a fuer que lo consiguieron con trabajo, mucho trabajo, valor a raudales y la eficacia de un método sabia y pacientemente planificado y ejecutado. Y yo doy fe de que el teniente, capitán, comandante, teniente coronel Sánchez Corbí era pieza fundamental de ese equipo con el que la sociedad española y francesa siempre estará en deuda porque logró su objetivo: borrar -que no olvidar- el terrorismo etarra.

Pasaron los años y le volví a ver en televisión con motivo de la resolución de los casos de los asesinatos de Diana Quer y el niño Gabriel “mi pescaíto”... Era el jefe de la UCO. Me alegré. Estábamos bien, muy bien protegidos, en manos de quien tenía demostrado y evidenciado su eficacia y eficiencia en la lucha contra el crimen terrorista, crimen organizado y otras variantes criminológicas: coronel D. Manuel Sánchez Corbí. Seguía igual, trabajaba en lo mismo y conservando el mismo perfil.

Dije perfil y debería describirlo, pero no sé hacerlo: me falta facilidad expositiva para reflejar fidedignamente su personalidad. Lo intentaré utilizando como recurso mi afición a la lectura. Me enriquece y encanta leer a D. Arturo Pérez-Reverte, y por muchas razones, pero, entre otras, viene al caso porque en sus personajes reconozco caracteres que, amalgamados, me devuelven la imagen que guardo del entonces teniente Corbí: la valentía y audacia del capitán Alatriste, la perspicacia, astucia y decisión del espía Evo, la bonhomía sin ingenuidad de los dos protagonistas de "Hombres buenos" y el concepto de honor, o servicio, inteligencia, sagacidad, profesionalidad, estoicismo... de otros muchos distinguidos en esa amplia bibliografía.

Por el devenir profesional de cada uno me desligué de su entorno, aunque supe de los libros que el coronel iba publicando: “Historia de un desafío” y “Sangre, sudor y paz”. Son las vivencias documentadas de un equipo -el coronel Sánchez Corbí formó parte de él desde el inicio hasta el fin- que recogió el guante del desafío de la banda etarra a la sociedad española y que, con mucho sudor y trabajo, con no poca sangre y muerte, logró derrotar. Lean esos libros: adquirirán conciencia de la deuda contraída con el coronel cesado y de la ignominia que contra él cometemos, unos por ejecutarla y otros por no rebelarnos.

Hace no muchos días, cuando todavía no se había producido su cese, reapareció en un programa de la televisión. Leía un comunicado. Su figura me hizo interesarme por lo que decía. Informaba que había sido anulada una designación presupuestaria de fondos reservados destinada a la UCO y que ello quebrantaría la eficacia del servicio. Me sorprendió: no era propio de él ni de la Guardia Civil hacer públicas decisiones de ese tipo. Algún rumor me había llegado de ciertos reveses dentro de la institución procedentes del nuevo Ejecutivo. Sin saber por qué me vino a la mente el pasaje de la Jura de Santa Gadea del “Cantar de Mio Cid”. Inmediatamente pensé: “Coronel Corbí, has firmado tu destierro”. Lo que se me escapa es el porqué de propiciarlo, pues de sobra sabía que la consecuencia era la destitución, el cese en el cargo. No lo sé y lamentaré si nuestros caminos no vuelven a cruzarse para poder preguntárselo directamente.

No obstante, remedando al juglar narrador del “Cantar del Mio Cid”: ¡Qué buen vasallo si hubiese buen...! Y en este punto me detengo. Si completan lo que les insinúo, forzosamente coincidirán con mi afirmación inicial de que el cese comentado es injusto, infundado y estúpido.

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