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Un cuento para adultos

11 de Septiembre del 2018 - Maria Jesus Perez Redruello (Grado)

Había una vez un carnicero. Se llamaba Pedro. Su carnicería había sido de su abuelo y de su padre antes que de él. Toda su vida había estado relacionada con la carne. La carnicería siempre había tan buen negocio que se crio sin que nada le faltara, sus hijos y parte del resto de su familia, no solo colaboraban con todo lo relacionado con el negocio, sino que pudieron estudiar lo que quisieron y vivir sin estrecheces. Todos los años cerraba un mes y la familia se iba de vacaciones a un lugar distinto del mundo. En la ciudad donde vivía había más carnicerías, pero la suya tenía una ventaja, desde su abuelo, una familia extranjera (los Ali) que venía de vacaciones un mes todos los años, les hacia un pedido enorme. Nunca se preocupo para que querían tanta carne pero siempre estuvieron encantados de servírsela, era tanta la que encargaban, que suponía la mitad de su facturación anual.

Con los años la familia se había vuelto vegetariana, incluso dos de sus hijos eran veganos, y un día uno de ellos le dijo: papa, me han comentado que los Ali dan de comer a sus perros los chuletones que nos compran. Era indignante!!, con el hambre que había en el mundo!!.

Los chuletones de Ali eran el 10% del pedido, así que pensó: no le voy a vender los chuletones y llamo a Ali para decírselo.

Pasada una semana Ali se presento en su carnicería y mirándole a los ojos le dijo a Pedro: mi abuelo le compraba al tuyo, mi padre le compraba al tuyo y yo llevo años comprandote carne, durante estos decenios a mi familia le venían los dueños de otras carnicerías a ofrecernos sus productos, mejorando vuestros precios, y nosotros siempre les dijimos que estábamos contentos con vuestra carne. Así que si no estás dispuesto a servirme parte del pedido es mejor que rescindamos nuestra relación comercial amigo Pedro.

Pedro se quedo helado. Por su cabeza paso en un segundo su mujer, sus hijos, sus cuñadas, sus primos, su negocio, sus vacaciones..., no espero mas, respiro hondo y automáticamente cogió del brazo a Ali y lo acompaño al interior, le ofreció un té y unas pastas y le confirmo que el pedido estaría listo como siempre en la fecha convenida. Que realmente todo se debía a un terrible error.

Ali lo acompañó amablemente, bebió y comió y le dijo a Pedro que no se preocupara, que todo el mundo cometía errores.

Pedro volvió a respirar pausadamente y empezó a planear sus vacaciones del año próximo.

Ali siguió respirando pausadamente y empezó a pensar en cuál de las 10 carnicerías de las que tenía ofertas compraría la carne a partir del año siguiente.

Moraleja:

Si tienes una carnicería puedes hacerte vegano, pero no intentes que tus clientes se hagan vegetarianos.

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