Asturias, si ellos quisieran
Asturias, mi querida y entrañable tierra, la que escuchó mis primeros llantos cuando llegué a esta vida. Asturias, la que siempre llevo con orgullo como bandera allá donde esté. Asturias, la que me resulta imposible olvidar ni un solo minuto de mi vida. Asturias, mi tierra, mi hogar, mi gente. Hoy, día de la Santina, Día de Asturias, no estaré ahí físicamente, estaré a unos cuantos kilómetros de distancia, concretamente en Gran Canaria, pero mi pensamiento, mis sentimientos y mi corazón estarán durante toda esta jornada presentes en mi Asturias del alma.
Hoy será uno de esos días en que los que estamos fuera podremos ver en todas las cadenas de TV la imagen de Asturias, hoy nuestra tierra abrirá telediarios, y mañana será portada en toda la prensa nacional, e incluso internacional. Y Asturias, por desgracia, no será noticia por que nuestra situación económica vaya a la cabeza del país, ni porque seamos la comunidad con mayor índice de natalidad, ni tampoco por ser la región de España donde menos jóvenes tengan que hacerse las maletas para emigrar en busca de un futuro mejor; tampoco seremos noticia porque nuestros ganaderos tengan las explotaciones más rentables del país, ni porque nuestros pescadores tengan la mayor cuota para poder faenar en nuestros mares, ni porque nuestros mineros vean un brillante futuro en la explotación del carbón. Ni tan siquiera hoy seremos noticia porque nuestra siderurgia vaya a crear en el futuro, como lo hacía antaño, cientos de puestos de trabajo. Por qué entonces hoy Asturias, mi tierra, nuestra tierra, va a ser noticia nacional? Pues lo será por algo mucho más importante que todo lo que antes les comentaba. Verán, hoy Asturias, y más concretamente Covadonga, será el escenario de un hecho histórico, uno de esos momentos que ya quedarán escritos para siempre en la historia de Asturias y de España. Allí, en Covadonga, donde nos cuenta la historia, que don Pelayo iniciara hace un montón de siglos la reconquista de nuestra vieja piel de toro contra los moros, allí hoy una niña de 12 años llamada Leonor será proclamada con todos los honores y bendiciones, eclesiásticas, políticas, y militares, Princesa de Asturias, es decir, quedará oficialmente designada como futura Reina de España.
Hoy en los telediarios será esa la noticia; la de que la Monarquía tiene garantizada su continuidad. Habrá grandes y solemnes discursos por parte de todos ellos, desde el clero hasta nuestro simplón presidente de esta Asturias agonizante, tendrán su momento de gloria, pero no para hablarnos de la Asturias del presente, de la Asturias de hoy, lo harán para contarnos el pasado histórico de esta noble tierra, un pasado que todos ellos deberían tener como ejemplo y referente desde sus altos cargos. Pero no, del presente nadie osará articular ni una sola palabra, y del futuro mejor ni mencionarlo, ese es muy negro, mejor ni mencionarlo. Asturias y un reducido número de palmeros, una vez más serán los actores de una gran obra de teatro, una obra obscena e hipócrita, en la que a sus actores sólo les interesa representar bien su papel, garantizar sus privilegios, mantener sus carteras llenas. Mientras hoy todo eso suceda en Covadonga, mientras estos titiriteros intenten engañarnos a todos una vez más con su sabía verborrea hay otra Asturias que sufre, que languidece lentamente, engullida por las fauces de una clase política perversa, inoperante e incapaz de hacer nada por salvar a esta noble tierra del callejón sin salida en el que todos ellos nos han metido. Asturias hoy no tiene nada que celebrar, y sí mucho por lo que llorar.
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