El lastre de las cacofonías
En Francia, cuando los ministros empiezan a contradecirse los medios hablan inmediatamente de cacofonía. "Cacofonía gubernamental", llaman a eso. Palabro tremendo este de la cacofonía, con resonancias de peli de terror que, con independencia de lo que diga el diccionario, no augura nada bueno.
El Gobierno de Sánchez adolece de una modalidad de cacofonía que aqueja particularmente a sus ministras. No es que se contradigan unas a otras, sino que cada una se desdice por la tarde de lo que acaba de decir por la mañana. La de Justicia con el juez Llarena, la de Trabajo con la reforma laboral irreformable, la de la Transición energética con el diésel y las térmicas, la de Educación con los centros públicos y los privados, la de Defensa con las bombas y las corbetas.
Lo de Adriana Lastra, que el seleccionador retiene en el banquillo, es un caso aparte. Lo suyo, más que una cacofonía en los significantes, es cacofonía de significados. Envalentonada con que se van a quedar hasta el 2030 (como amenazó el jefe aquí en Oviedo), puesta en el disparadero, Adriana disparata. ¿El encaje de Cataluña? Si en España cabe un Principado de Asturias, ¿por qué no habría de caber una república de Cataluña? Un encaje de cajón. Pasa por alto que Cataluña también es principado desde tiempos de Ramón Berenguer, nada menos que desde 1065, y que la primera república que se proclamó en España fue la de Cartagena. En 1873.
Adriana Lastra, "en bable, Lastre", apostilla un periodista madrileño. Dejemos lo de Lastre para cuando la cooficialidad, que está al caer con la presidencia de Adrián Barbón (Barbón en bable). Tampoco se verterá en estas líneas un solo denuesto contra la flamante exministra Montón; queda esa tarea para los valientes leñadores de árboles caídos. Aborrecible espectáculo el de esas ordalías y ejecuciones en serie, con Ignacio Escolar con hacha y capuchón, sobre el patíbulo alzado con los másteres en la plaza de la cebada. En qué otro sitio podría ser.
Mientras sobre la burbuja de los másteres, Afrodita sobre la espuma del mar, levita ingrávida Begoña Gómez, "experta en captación de fondos para organizaciones sin ánimo de lucro". Captación de fondos/sin ánimo de lucro: ¿de la aproximación de esos sintagmas no resulta un apareamiento chocantemente cacofónico? Menos mal que la cacofonía la sustituimos en español por el castizo "donde dije digo, digo Diego". Suena mejor; aunque tampoco convendría abusar, sobre todo cuando dicen que se quedan doce años. Que es lo que más chirría y lo único de lo que no se han desdicho. ¿Y qué fue del ministro cosmonauta (otro que levita)? No estará cursando un máster en la URJC.
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