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La Iglesia siempre es reformable

19 de Septiembre del 2018 - José Ramón García Fernández (Villaviciosa)

Hay un axioma acorde con las Sagradas Escrituras avalado por la tradición y la historia según el cual "la Iglesia siempre es reformable en sus miembros y en su cabeza".

Las reformas incluyen a los laicos y a los clérigos de cualquier orden y jerarquía, a las instituciones, costumbres y doctrinas, de acuerdo con los anhelos de progreso humano expresados en los signos de los tiempos. Tres son, entre otros, los anhelos de muchas personas de nuestro tiempo: la cogestión en los asuntos que afectan a su comunidad política y religiosa; la no discriminación por razón de sexo; el respeto a las variantes sexuales de género.

En una sociedad madura y democrática las personas no pueden ser tratadas como una masa amorfa meramente pasiva y receptora. La comunidad cristiana posee el "sentido de Iglesia" y lo que afecta a todos debe ser consensuado por todos. "Así fue durante muchos siglos en la Iglesia".

Es un anacronismo la superioridad jerárquica masculina para justificar que sólo pertenece a los varones representar a Jesucristo en los ministerios de la Iglesia que, llamándose madre y maestra, excluye del sacerdocio a la mujer. La antropología y los estudios psicológicos reconocen la complejidad de las personas y sus variantes sexuales por razón de género. No le corresponde a la Iglesia definir la normalidad de los sexos. De ahí que deba ser respetuosa y positiva ante las variantes que impone la naturaleza. Tres cuestiones estas que afectan a la dignidad de las personas y, por ende, interpelan y requieren nuevas percepciones por parte de la Iglesia "semper reformanda".

José Ramón García Fernández

Excapellán del HUCA

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