Sin memoria
“Era vicio antiguo en España éste de que los nombres urbanos durasen menos que las verduras de las eras. […] Sin salir de Madrid son numerosísimas las calles que han sufrido ese revolucionarismo verbal […]. De vez en cuando aparecen unos desmañados pedacitos de papel que cubren las placas de una calle cualquiera; […] los vecinos de la calle se han mudado sin haberse movido. […] La misión de los nombres de las calles no es la de servir de constitución o breviario político, sino la de facilitar la vida urbana y, de paso, embellecerla. […] se pierden todos los nombres que tenían encanto y daban carácter a la ciudad. ¿Se querrá creer que a la calle Mayor se le ha suplantado el nombre? Y ha sido para substituirlo con el de Mateo Morral, autor de un hecho lamentable. […] Al Prado, al paseo de Recoletos y a la Castellana se les ha cambiado su triple nombre por el de Avenida de la Unión Proletaria. Esta unión, por desgracia, empieza por no existir, y nos parece mucho más interesante procurarla que escribirla en las esquinas. […] otro caso más sorprendente aún y es el de la calle del Príncipe de Vergara. ¿Qué motivo había para variar ese nombre? Asalta la sospecha de que los autores del cambio no supieran quién fué el Príncipe de Vergara, y lo creyeran algún príncipe ‘de la sangre’. […] Y lo más grave, lo intolerable, es el nombre con el que se ha substituído el del general anticarlista: Avenida del 18 de Julio. ¿Es que nosotros podemos celebrar esa fecha, en que empezó una de las más grandes tristezas de la historia española? […]. Le han quitado su nombre a la calle de San Vicente ¡en Valencia! ¿Es que era faccioso? […]. El pueblo se venga de los que creen que la revolución consiste en los nombres, usando los de siempre. Hay una plaza en Madrid que se llamó de Ruiz Jiménez, luego del 14 de Abril, hoy no sabemos cómo se llamará; lo único cierto es que siempre es la Glorieta de los Cuatro Caminos”.
Poco habría que añadir a este texto, que en su día fue publicado en prensa, quizá esta hoja pudo servir para aliviar la humedad en los riñones, en algún oscuro sótano del Madrid en guerra. Está resumido, al estilo Orson Welles, pero los amantes de lo preciso pueden ir a la fuente. Apareció en las páginas de un “Abc” de Madrid incautado, el 27 de mayo de 1937, en la página 7. Al igual que con algunos recientes nombramientos de ministros, se queda uno con sensación de máquina del tiempo, de vuelta atrás. Cualquier día se podría esperar el nombramiento de Felipe González como ministro del Movimiento. El artículo se publicó sin firma.
Gerardo Rebanal Martínez
Oviedo
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