Borrell, ¡cuidado con él!
Apuestas 10 euros con un socialista, y pierdes 10 euros. Es lo que me ha pasado a mí con Josep Borrell.
Que el ministro de Asuntos Exteriores de España diga en la BBC que "Cataluña es una nación" y que "los golpistas encarcelados deberían estar en libertad" es para que todos los españoles, en cristiana cuestación, consigamos fondos suficientes para pagarle (a él y a su señora) viaje y estancia en un resort de lujo en las Seychelles hasta que pueda volver a la República Catalana Independiente, como ciudadano de la ídem.
No me toques los dídimos, Josep, que se me inflama el endocardio, tio. ¡Qué batacazo sorpresa! De las numerosas variantes de la teoría de la incongruencia, este cambio de registro del gobierno socialista es de lo más llamativo y flipante. Una política cedente y sin contrapartida, que no augura nada bueno. Todo lo contrario.
Cuando el presidente, el inefable... (como se llame, que ahora no me acuerdo), conformó su gobierno, a la mayoría, crédulos e incrédulos, nos pareció que tu nombramiento (Asuntos Exteriores), junto con Meritxell Batet (Política Territorial), Dolores Delgado (Justicia), Marlaska (Interior) y Margarita Robles (Defensa y CNI), eran los más indicados para finiquitar el infiniquitable conflicto catalán.
Entonces, ¿qué ha pasado o está pasando? ¿Han metido los independentistas otro "gol por la escuadra" (Magdalena Valerio dixit), colocándote en el gobierno como ministro de Exteriores? ¿Qué pacto nuevo, o qué pacto antiguo, da alas al independentismo catalán para que Quim Torra, ese prodigio de conciliación, educación y sosiego, esté más crecido y desafiante que nunca?
Es un hecho que con Rajoy y Sáenz de Santamaría, los presos políticos catalanes, estaban en las cárceles de Madrid...
Aunque puede que haya muchos que lo piensen, voy a ser el segundo que lo diga (el primero fue un servidor, el 10 de junio): Borrell, el político coherente, prestigioso y patriota, no llega a Navidad como ministro. El otro, quizá.
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