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La Guerra de Irak tras tres lustros

18 de Septiembre del 2018 - JUAN LUIS VALLINA ARIZNAVARRETA (FELECHES-SIERO)

Hay efemérides que es necesario traer al presente, particularmente las que han tenido tantas implicaciones para el mundo y sobre las que nadie parece acordarse.

Me refiero a la invasión a Irak por parte de la "coalición" capitaneada por EE.UU y de la que ingenuamente fuimos cómplices con las mentiras sobre los peligros que suponía para occidente el tirano de Sadam Hussein, que curiosamente fue financiado por EE. UU. en su guerra contra Irán.

Las supuestas armas de destrucción masiva nunca fueron encontradas, pero para el imperio había en realidad otras razones ocultas, tales como ensayar su modelo de defensa consistente en la llamada guerra preventiva, lo que le permitió mover todo su complejo militar industrial. Las mentiras del Gobierno de George W. Bush justificaron la incursión bélica. Había que salvar a Occidente de las armas nucleares, químicas y biológicas que poseía el demonio de Sadam y de sus supuestos lazos con la red terrorista del Estado Islámico.

El entonces Ministro de Defensa Donald Rumsfeld aseguraba tener pruebas contundentes de las armas destructivas y que los inspectores internacionales nunca encontraron tal y como así quedó demostrado.

Todo falso. Lo único cierto fue el deseo de hacerse con la riqueza petrolera, el saqueo cultural revendido en el mercado negro y la destrucción de las principales estructuras del país, incluyendo escuelas y hospitales.

Después de tres lustros, se pretende la reconstrucción del país con fondos de los Estados y la iniciativa privada, pero incluso aquí EE.UU. es cicatero a la hora de poner recursos, después de haber sido el principal causante de este drama.

Lo que hicieron los marines es exactamente lo mismo que ha hecho en Siria el ISIS. Destruir el rico patrimonio arqueológico de siglos atrás y de otras civilizaciones. Se estima que el 80% de los objetos almacenados en el Museo de Antigüedades de Bagdad fueron saqueados o destruidos, violando así la Convención de La haya de 1954 que protege los tesoros en tiempo de guerra. Aquí pasó lo mismo que hicieron los nazis durante la segunda guerra mundial y nadie se rasga las vestiduras.

Se acusa ahora al Estado Islámico de destruir los monumentos en Bagdad o en Mosul y eso está muy bien, pero olvidamos o guardamos silencio sobre el saqueo y los crímenes de guerra de quince años atrás cometidos por Estados Unidos y sus acólitos en Irak.

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