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¡No quiero ser ministra!

29 de Septiembre del 2018 - Mabel Sánchez Agüeria (Gijón)

Por favor, que no me llame Pedro Sánchez para ofrecerme un puesto de ministra dentro de su gabinete. Schhhh, tengo cosas que ocultar... En el colegio le rompí a escondidas el compás a una compañera que me caía mal. En el instituto copié del libro en un examen de Literatura. Y en la Universidad fue mi novio de entonces quien pasó a Rotring (los nacidos a partir de 1990 que busque en Google esta palabra) los planos del proyecto de fin de carrera a partir de mis bocetos a lápiz.

Quiero decir con lo anterior que todos tenemos “cosas” más o menos inocentes que ocultar. Somos humanos, el instinto de supervivencia y los pecados de la avaricia y la envidia van en nuestro ADN en menor o mayor medida. El problema viene, a mi entender, cuando aparece otro de los pecados capitales: la soberbia. La soberbia de juzgar y condenar basándonos en un ego desmedido que nos autoconvence de que estamos por encima de los demás y del bien y el mal.

¿Que una ministra “raje” vulgaridades en una comilona con amigos hace casi 20 años, cuando aún ni sospechaba que iba a ser ministra, es motivo para que dimita? Pues yo creo que no es motivo suficiente.

¿Que un ministro haga “trampas legales” para evitar pagar impuestos es motivo de dimisión? Que levante la mano quien no haya buscado fórmulas dentro de la legalidad para pagar menos a Hacienda.

¿Que un presidente de Gobierno haga un “copia/pega” en una tesis es motivo de que dimita? Sigo creyendo que no es, por sí sólo, motivo suficiente.

¿Que el presidente de un partido político tenga un máster por su cara bonita es motivo de que dimita del cargo? Es totalmente lógico que, al resto de alumnos que tuvieron que currárselo les haya sentado fatal, pero me gustaría saber cuántos hubiesen renunciado a este privilegio si se lo hubiesen ofrecido.

La falta de discreción y el mal gusto hablando, el hacerse el Houdini de los impuestos, el engordar textos copiando a lo loco y el aceptar favores y privilegios entra dentro de la falta de ética y/o moral, pero lo justifico porque, como antes dije, somos humanos. Lo que no acepto es la prepotencia de exigir a los demás los valores que nosotros no tenemos. Exigimos al de enfrente que coma las uvas de una en una cuando nosotros las estamos comiendo de dos en dos. Pero, ojo, si el de enfrente no protesta es porque él las está comiendo de tres en tres y entonces nosotros nos ponemos a comerlas de cuatro en cuatro y le culpamos de hacer trampas. Así somos nos guste o no.

La coartada de nuestro Gobierno actual para la moción de censura fue la corrupción de los miembros del partido que gobernaba. “¡Apártate que me tiznas!”, le dijo la sartén al cazo. En realidad, fue un ataque a la democracia escudándose en la misma democracia. Fue un “quítate tú pa ponerme yo”. Con la diferencia de que quien estaba en el sillón había sido el partido más votado por los ciudadanos y quien quería el sillón llevaba tiempo intentando que lo sentaran allí, y como intuía que no lo iba a conseguir con votos pues se buscó una excusa y unos amiguetes que lo entronizasen. El problema es que la excusa no era creíble porque es sus filas había más de lo mismo y los amiguetes ahora le están reclamando las canicas que le prestaron.

Que dimita un ministro a la semana debilita a un Gobierno que ya nació débil y no soluciona el problema de fondo. Estas “pilladas” a los ministros, a mi modo de ver, no los incapacitan para el cargo que ocupan. Otra cosa es que, por ejemplo, a la que pillan defraudando al Fisco es a la ministra de Hacienda. O si la ministra de Justicia hubiese quemado pruebas que inculpasen a delincuentes y como consecuencia hubiesen quedado en libertad... (mamina, toquemos madera). El verdadero problema de fondo es que tenemos un Gobierno sin rumbo ni objetivos. Lanzando globos sonda para ver como sopla el aire. Queriendo convertir la democracia en “dictocracia” a base de atajos legales, los mismos que criticaba cuando estaba en la oposición. No se puede gobernar un país con bandazos, rectificaciones continuas y dimisiones. El Gobierno se pasa más tiempo justificando a sus miembros que gobernando.

Es una lástima porque yo podría arreglar todo esto, pero con mis antecedentes arriba expuestos ya no puedo ser ministra...

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