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El odio es el único que mata para siempre

1 de Octubre del 2018 - Benigno Martínez-Fuego (Siero)

El martes día 4 de septiembre en estas páginas de LA NUEVA ESPAÑA leemos un hermoso escrito de la mano inteligente y experta de don José Antonio Noval Cueto de Pola de Siero, titulado “El día que muera Franco”, que el autor del mismo dice nunca pensó tener que escribir, después de más de cuarenta y tres años de su fallecimiento, pero el decreto ley aprobado por el Gobierno le obligó a ello al comprobar que después de ochenta años de terminar la guerra civil estamos inmersos en otra guerra, la de la memoria, y no con el noble fin de aclarar hechos, sino la de fragmentar la sociedad española sembrando el odio.

Cuando dos familias se pelean, si luego la reconciliación llega lo mejor es olvidarse de los agravios mutuos pasados. Es de sentido común: volver a recordarlos es encender de nuevo las pasiones que motivaron la pelea y fácilmente puede volver a caerse en ella, no sólo porque así lo deciden las partes, sino porque así lo deciden herederos que prefieren no imitar a quienes padecieron personalmente los agravios y se lanzan a una nueva ofensiva mutua, con el agravante de que viviendo de recuerdos ajenos magnifican lo que ocurrió. Viene esto a la actualidad, la desdichada guerra fratricida que erosionó tanto la vida española en los años treinta, parece querer alcanzar de nuevo vigencia con lo de mi abuelo le hicieron esto, dicen unos, y al mío le hicieron, dicen los otros, y surge el inventarse agravios. Homenajes a unos, réplicas de otros, medias verdades en abiertas mentiras en invento de “historias” que tornan irrespirable el ambiente social, de forma monstruosa expresando hacia otros las ideas y el odio que es el único que mata para siempre.

No replicar el desafío, mejor obviar y perdonar por el bien de la convivencia lo que se hicieron y pensar que la vida es demasiado hermosa como para empozarla con el pasado más triste y más doloroso de la historia de España, avivar ese fuego pasado, sobre todo si la motivación es política, es el más flaco servicio a la convivencia hoy en paz, cerca de cumplirse ochenta años, el período más largo sin guerra. Y nos entristece pensar que lo malo pasado persevere en nuestro país, en partidos que montan excursiones al Valle de los Caídos para dinamitar una cruz levantada hace más de sesenta años. Todos hemos sufrido, y en el rincón del hogar están las cenizas, no avivar ese fuego pasado que tuvo la sangre como protagonista. El señor Sánchez, que ha llegado al poder por lo que ahora es demandado, quiere poner en marcha una comisión de la verdad sobre la guerra civil española y la dictadura, quiere el señor Sánchez volver a dividir España, con la verdad de su pensamiento reescribir nuestra historia. Se vale del decreto ley para tapar otros temas de extrema urgencia que no son atendidos, y alrededor de las exhumaciones, cuarenta y tres años de la muerte de Franco hay sigue ocupando titulares en 2018, como en el Nodo, aquel noticiario cinematográfico que nos ponían antes de las películas. El Gobierno alrededor de Franco, que ahí sigue como los cráteres que los obuses abrieron en la tierra que configuran la I Guerra Mundial, cuyo armisticio está a punto de cumplir su primer centenario.

Si unos persisten en reavivar ese fuego pasado, lo mejor para todos es dejar que se pudra del todo ese excremento y ofrecer a los demás, o sea, a los que sufrieron de una u otra manera, la saludable alegría y el higiénico olvido de lo malo pasado y brindar la brisa de paz y consciente olvido.

Benigno Martínez-Fuego

Marcenado (Siero)

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