Octavo centenario: llanto por la poesía
La Universidad de Salamanca, una de las más antiguas de Europa, cumple este año ocho siglos de existencia. Una onomástica redonda, no sólo por el número, sino por lo que debería representar de cara al futuro, un empujón hacia una nueva era y una puesta a punto de sus estructuras y engranajes bastante "oxidados". Estructuras y engranajes que han sido "oxidados" por la historia y por la piedra, los cuales han pasado a ser los únicos referentes "prestigiados" en un mundo globalizado.
La USAL ocupa el puesto 35 entre las universidades españolas (por detrás de las universidades de León, Murcia, Oviedo, Málaga...que no tienen precisamente una "mochila histórica") y el puesto 1.089 en el ranking mundial (que no es para "echar cohetes"). Posiciones ciertamente lamentables (o si prefieren poco edificantes) y que lleva soportando sobre sus espaldas demasiado tiempo. Es imprescindible revertir esta situación. El octavo centenario era una ocasión para ello, pero no parece que esté siendo así, al menos por la programación diseñada y por la repercusión nacional e internacional que no está teniendo.
Salamanca y su universidad adolecen, entre otras cosas, de un excesivo provincianismo. No ha sabido "soltar lastre" de su ubicación geográfica y del "politiqueo" provinciano que aqueja a todas las instituciones salmantinas y que han condicionado y condicionan el devenir académico, docente y de investigación.
Una muestra de ello han sido las actividades culturales programadas como parte de la efemérides, del centenario acontecimiento y, en especial, los referentes a la poesía. Anualmente se venía desarrollando esta actividad extra-académica, nacida para "mayor gloria" de sus iniciadores y, por que no decirlo, para su proyección personal que conseguía reunir a unos cuantos poetas de segunda y tercera fila y se lo pasaban muy bien. Todo quedaba en casa y a lo sumo dos o tres menciones en la prensa local y poco más.
Los responsables de la programación del octavo centenario (repito debería tener otra dimensión) encargaron organizar el certamen poético a los responsables del "chiringuito poético" de otros años y, como era lógico de esperar, la programación y participación de poetas de relieve nacional e internacional brillan por su ausencia. Era el momento para escuchar y disfrutar de la poesía de Anne Carson (Canadá), de Vincent O´Sullivan (Nueva Zelanda), de disfrutar de Ali Ahmad Said "Adonis" (Sirio-libanés). No se ha sabido aprovechar, por ejemplo, que uno de los mejores poetas españoles vivos, Luis García Montero, recientemente nombrado Director del Instituto Cervantes en Nueva York (¿existe alguna otra institución cultural española con mayor proyección internacional que el Instituto Cervantes?); estuviera presente o que poetas de notable prestigio y proyección internacional como Benjamín Prado, Luis Antonio de Villena, Julio Llamazares, Joan Margaret, Antonio Gamoneda.....dieran brillo y aportaran valor añadido a las actividades culturales del Octavo Centenario.
Era el momento para recordar y homenajear a los grandes de la poesía española del siglo XX: Gil de Viedma, Ángel González, Gabriel Celaya, Juan Ramón Jiménez... y sobre todo García Lorca, por lo que representó y representa para la dignidad del ser humano. Era el momento para poner en valor a las/los nuevos valores de la poética nacional, como Carlos Marzal, Lorenzo Olivan, Isabel Pérez Montalbán, Elena Medel, Elvira Sastre...
No sé si se trata de incapacidad de gestión de un evento de ésta magnitud o miedo a que la poesía brillante, sensible, grande, se expanda por las paredes de la centenaria universidad salmantina, ahogando la poseía ramplona, insufrible, "pretenciosa" que todos los años servían para reunir a cuatro "amiguetes" y pasar unos días en la ciudad del Tormes.
Es lo que tiene, cuando las actividades literarias se hacen a imagen y semejanza de quien las organiza, no brillan los protagonistas, "brilla" su organizador que es de lo que se trata y pierde la poesía y en este caso la Universidad y su octava centenaria vida.
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