Sobre tunos y tunantes
He leído en este diario un pequeño artículo, firmado por la pluma de don Francisco García, que titulaba muy rimbombante “Tunos y tunantes” en el que, con cierto intento de ironía, hablaba sobre el certamen de antiguos tunos que se celebró en Oviedo el pasado fin de semana.
Cierto es que los tunos participantes usaban capa sin espada, como es de rigor en gente de bien, llevando como arma su música y alegría. Cierto es también que la mayoría tiene más años que Llamazares en política, pero es inevitable que la edad pase, y cierto es también llamarlos “profesionales”, pues la inmensa mayoría, si no jubilados ya de su profesión, ejercen de médicos, abogados, profesores, etcétera en sus respectivos quehaceres diarios. Señor mío, era un certamen de antiguos tunos, “cuarentunos, cincuentunos, sesentunos y hasta algún tunosaurio”, que se reúnen una vez al año en alguna capital universitaria, como es la nuestra, procedentes de sus ciudades para rememorar entre amigos y acordes aquellos años de estudios, música y vida universitaria. Antiguos tunos. No es menester que eleven sus preces para solicitar ayuda en exámenes, que ya dejaron muy atrás.
Sobre la ronda a Nuestra Señora de Covadonga, creo que es de rigor informar a este señor, pues parece que lo ignora o tal vez lo omite a propósito, que las tunas, a lo largo de los años desde el siglo XV, no sólo ofrecen sus canciones y pasacalles a las muchachas de lugar o entonan el “gaudeamus igitur” en las aulas. Documéntese, por favor, sobre el día de la Inmaculada en Sevilla, las rondas anuales a la Moreneta, por no hablar de Nuestra Señora de La Candelaria y tantas otras a lo largo de la geografía española y sudamericana. Sí le he de dar la razón en que no entonaron el himno de Covadonga, pero es entendible que, al no ser tan popular fuera de Asturias como otros, entraña cierta dificultad de acompasar en 300 voces que no lo han ensayado y entre las que hay además diferentes idiomas. Tal vez no ha entendido el propósito de ofrecer música a Nuestra Señora de Covadonga, pero desde luego le puedo asegurar que no era pedir árnica, como señala, para aprobar los exámenes. En todo caso para algún lumbago, cadera o achaque propio de la edad, pero éstos se alivian con música, buena compañía y “savoir faire”.
No dejan de ser simpáticas las trasnochadas comparaciones que se citan en el artículo de don Francisco, aunque me parece algo forzada la mención al Ilustrísimo señor arzobispo don Jesús, que, por lo que ha dicho, estuvo en una rondalla en sus años jóvenes, como la mayoría de los niños de la época. Pero bueno, la cuña entró.
Señor mío, este pasado fin de semana se llenó Oviedo de música y buena gente con saber estar. El auditorio Príncipe Felipe estaba a rebosar de público que coreó y aplaudió a las diferentes formaciones. Los ciudadanos lo agradecimos, los hosteleros también, los hoteleros ídem y ni qué decir tiene que las señoras que fueron agasajadas con una serenata quedaron encantadas.
Como dicen los amigos de Tuna España: “Semel Tuno, Semper Tuno”
Manuel J. Álvarez
Antiguo tuno de la Tuna Universitaria de Oviedo
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