El calentón del precio de la luz
El recibo de la electricidad, actualmente, asfixia. La luz, como es bien sabido, es un producto de primerísima necesidad para familias y empresas. Pero es también un bien básico que está a expensas de movimientos de mercado incontrolables que lo empujan siempre a su encarecimiento. El problema es que en la luz existen tantas variables que afectan a su precio -qué casualidad, siempre para mal- que ya hemos perdido la fe en saber qué esconde esa misteriosa factura que resulta más complicada de descifrar que el secreto de la pirámide.
El precio de la luz ha vuelto a registrar su enésimo máximo anual, casi el doble del marcado justo un año antes, lo que representa un nuevo pellizco al bolsillo del consumidor. Está detrás del incremento la creciente factura de los combustibles fósiles, a los que hay que sumar, además, los numerosos extras que las administraciones -la anterior y la actual- añaden al recibo para cuadrar sus cuentas y las de las compañías eléctricas. Todos ellas hacen caja.
Efectivamente, la luz está escalando hacia unos precios anuales altísimos. Y no, no se trata de picos puntuales por causas meteorológicas o de fuerte demanda, sino de una tendencia sostenida que afecta a buena parte de los usuarios; o sea, casi once millones de abonados con la tarifa regulada (PVPC). El pasado mes de julio, un consumidor medio pagó 66,4 euros de luz, el 8,6% más que un año antes. Según un reciente estudio al acabar este año 2018 ese usuario tipo habrá pagado 788 euros de electricidad, el segundo recibo anual más caro de la última década.
Sin embargo, puede decirse que no todo lo que paga un hogar en la factura corresponde a consumo, pues casi el 21% son impuestos y, asimismo, hay costes fijos (primas a renovables, déficit, etcétera) Lo que está encareciendo el recibo son los precios mayoristas de generación de electricidad y es aquí donde existen varias causas. Una de ellas es el alza de los precios del carbón y del gas natural. Potenciar las renovables permitiría depender menos de los combustibles fósiles, un camino hacia la economía sostenible propuesto por la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera.
Otro factor no menos importante es la sospecha de especulación con los derechos de emisiones de CO2, que las centrales contaminantes están obligadas a poseer. Su precio se ha triplicado en un año. Por ello, una nueva subida en la factura de la luz podría significar un serio revés en las economías domésticas.
Digamos, pues, que lo que hace mucho daño es el precio final que pagamos en comparación con nuestros competidos alemanes y franceses, por eso necesitamos recibir las mismas condiciones de suministro y esquemas de compensación, que ellos poseen.
Para finalizar, decir que los españoles pagamos la luz muy cara, más que la media de la Unión Europea. Es por ello de todo punto inmoral que paguemos tanto dinero e impuestos por un servicio primordial como es la electricidad. Por ello, respetando las reglas de competencia y mercado, las administraciones deberían velar por que este derecho básico no se vea amenazado. Por la cuenta que nos tiene, estaremos todos ojo avizor.
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