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Bueno, Garci y los Princesa de Asturias

3 de Octubre del 2018 - Rubén Franco González (Pola de Siero)

Ahora que estamos ya a punto de entrar en la semana de los Premios Princesa de Asturias (con múltiples actividades, conferencias y charlas con los galardonados -excepto con la novelista francesa Fred Vargas, que se ha caído de las mismas y se ha excusado por ello mediante una misiva-) conviene recordar (para no caer en la deshonesta "damnatio memoriae") uno de los más sangrantes casos (sino el que más) de una de las personas que se ha quedado sin el galardón (aunque a él, por otra parte, le importase un pimiento o, más bien, fuese un honor en vista de cuáles habían sido los premiados en la historia o palmarés -este año, por ejemplo, lo ha sido Sandel-). Estamos hablando de Gustavo Bueno (1924-2016).

Si a alguno le pareciera una hipérbole (acaso un sacrilegio) calificarle como uno de los grandes filósofos de la historia de la filosofía (en la tradición y junto a Platón, Aristóteles, San Agustín, San Anselmo, Santo Tomás, Descartes, Spinoza, Hume, Hegel, Kant o Marx), ciñámonos al siglo XX y XXI, en España (Unamuno, Ortega, García Morente, Zubiri, Marías, Ferrater Mora, Savater o Trías) y fuera de nuestras fronteras (piénsese en Russell, Wittgenstein, Husserl, Heidegger, Adorno, Horkheimer, Sartre, Popper, Foucault, Deleuze, Derrida, Habermas, Chomsky o quien se quiera -le dejamos tiempo para hacerlo-). ¿Acaso hay muchos autores que hayan creado una filosofía (un sistema filosófico) propia (sin ignorar, por supuesto, que nada nace "ex nihilo")? Si a ello le sumamos que el calceatense (Don Gustavo nació en La Rioja) eligió en 1960 tras ganar la Cátedra venir a Oviedo (y no irse a Madrid, por ejemplo, donde pudo perfectamente hacerlo) por razones sentimentales e intelectuales (para dedicarse a estudiar y producir lo que finalmente salió -ya venía incubado desde la década nada ominosa anterior, los años cincuenta pasados en Salamanca, donde pudo convertirse en un erudito de la escolástica y, al tiempo, ver "in situ" la vida en los laboratorios, lo que sería el germen de su Teoría del Cierre Categorial-) y que en la heroica ciudad nuestra vivió el resto de su vida (compaginándolo, eso sí, con su otro espacio asturiano: el de Niembro), pues es todo un escándalo e incluso una felonía que año tras año se le negase el Premio Príncipe (entonces) o Princesa (desde 2015). Hay quien apunta a quien nadie es profeta en su propia tierra (o como si fuese) y también quien destaca que la oposición de Bueno al bable pasterizado (como él mismo denominó, a propósito de un pregón en la Foz de Morcín de 1987), defendido por los bablistas oficiales, le pasó factura (como a Jesús Neira, Emilio Alarcos o nuestro querido Gracia Noriega). Incluso hay quien sugiere que el verdadero motivo se debió a no ser bien visto por alguno de los responsables del "tinglado" durante mucho tiempo ... Sea como fuere, el resultado (la verdad está en el resultado, por decirlo al modo hegeliano, o el "por sus frutos les conoceréis" bíblico) es que una de las máximas figuras del pensamiento del último siglo se quedó sin esa distinción (aunque, recalcamos, su obra esté muy por encima de premiados de los que nadie se acuerda un día después de pronunciar su discurso).

Para Don Gustavo ya es tarde pero no para otra persona que no lo posee y es otra minusvaloración o denigración que no lo tenga a estas alturas. Estamos hablando de José Luis Garcí, que ha sido varios años jurado de los Premios (gracias a su tesón tienen el premio Pedro Almodóvar -para que vean los envidiosos, malpensados y resentidos- o Bob Dylan -recientemente ha afirmado Garci que se arrepiente de haber apostado tanto por él en los debates y deliberaciones con el jurado, visto que después Dylan pasó olímpicamente de venir a Oviedo-), sigue sin ser galardonado. Nos parece muy bien que se lo den a Berlanga (1986), Fernán Gómez (1995), Gassman (1997), Allen (2002), Almodóvar (2006), Haneke (2013), Coppola (2015) o Scorsese (2018), por referirnos a las ocho personalidades del mundo del cine que han sido distinguidas con el Príncipe/Princesa de Asturias de las Artes (nueve si incluimos a Nuria Espert, premiada en 2016). Pero que en ¡38 ediciones (desde 1981)! no hayan encontrado un hueco para José Luis Garci, que siendo madrileño de la calle Narváez, ha estado y conoce Asturias desde niño, manteniendo la relación desde entonces, y haciendo siempre promoción de la misma, es una ignominia. Ha rodado varias de sus películas en Asturias. Una de ellas, "Volver a empezar", significó no ya solo el primer "scar para España sino el primero en lengua española (tres años después llegaría "La historia oficial", de Luis Puenzo, para Argentina). Una película donde sale esplendorosamente retratada Gijón (¿quién puede olvidar el comienzo al ritmo del Cannon de Pachelbel?) y Asturias. Se rodó en el Molinón durante un Sporting-Atlético de Madrid (sus dos equipos, aunque de chaval fue socio del Real Madrid y pudo ver la gloriosa primera época del club, con Don Alfredo a la cabeza) y prometió que lo primero que haría si ganaba el Óscar sería regresar al Molinón con él. Y así lo hizo. De frente desde Los Ángeles al estadio. ¿Y cuál era de nuevo el partido? Otro Sporting-Atlético.

Además de ser uno de los grandes directores de la historia del cine (mutatis mutandis, el argumento antes referido, puede aplicarse aquí, y si parece excesivo, piénsese en el cine español y dígase con quiénes no puede competir. Al margen de gustos, está entre los elegidos, en el Olimpo), Garci es más, mucho más. Es un escritor excepcional, como lo atestiguan libros escritos en su veintena, antes de ser director e incluso guionista, como lo es su estudio pionero de 1970 sobre la obra de Ray Bradbury, o sus cuentos de ciencia-ficción (no olvidemos, tampoco, que el único Emmy ganado para España, el de "La cabina", de Mercero, lleva también la firma de Garci). Lo corroboran, decimos, los libros de entonces, de medio siglo atrás, y los de ahora, ya que nunca ha dejado de escribir, premiándonos (él sí) a los lectores con un libro anual. Incluso en este 2018, dos (ambos en Reino de Cordelia): "Insert Coin", ya publicado, y "A este lado del gallinero", que saldrá el próximo mes. O tres, si contamos el volumen colectivo sobre su obra (en Notorious), Garci, "Emotion Pictures", que ha coordinado Luis Alberto de Cuenca (y que participará en una mesa sobre Scorsese junto a Eduardo Torres Dulce). Y en unas semanas, si nada lo impide, podrá al fin volver a rodar, lo que será su película número diecinueve. Y nada menos que será una tercera parte (una precuela) de la(s) película(s) de culto "El crack". Se llamará "Areta Investigación" y se desarrollará en 1975, unos años antes de las aventuras de "El Piojo" de 1981 y 1983. Pero es que ... además de todas estas cosas apuntadas, Garci tiene otra tercera faceta que ya por sí sola le valdría cualquiera de los Premios: es un hombre de la radio y la televisión. Su labor como divulgador cinematográfico y cultural (en Antena 3 Radio, TVE, Telecinco, Canal Plus, Telemadrid, la Cope, RNE o EsRadio) le convierten, sin lugar a dudas, en una figura capital de la cultura española de la segunda mitad del siglo XX y lo que llevamos del XXI. Su programa "!Qué grande es el cine!" (1995-2005) es todo un clásico que marcó a generaciones de cinéfilos. Lo mismo que "Cowboys de medianoche", que lleva emitiéndose diecisiete años y que se añorará enormemente cuando desaparezca. ¿Qué más? Pues que no es una persona politizada (él gusta decir que es "independiente"). Es decir, que no es un sectario ni alguien que obedezca tales o cuáles consignas. Ello siempre acarrea problemas, al no pagar y pasar ciertos peajes. Los que en su día le criticaban por "rojo", hoy lo hacen por "facha". ¡Qué cosas! ¡Vivir para ver! Tal vez cabría mejor decir (y así unimos a ambas figuras de este artículo) lo que anotó Bueno (en unas páginas manuscritas, según aparece en la prensa el sábado 29 de julio de 2017): "Sobre todo mi 'partido' ha sido siempre el mismo. No he variado en 65 años ni un milímetro y he sido fiel a mi partido político: España".

Aún no es tarde para subsanar este "olvido" o error. Martin Scorsese vendrá a Oviedo con 75 años (habrá distintas mesas redondas sobre su obra, se podrá asistir a la charla que mantendrá con Sergio Sánchez -previa cola de varias horas para poder conseguir una invitación a la misma en el Jovellanos- o se podrá visionar un pase especial de su obra cumbre, "Taxi driver", que está más allá del bien y del mal, una de las grandes películas de la historia y una de nuestras preferidas), los mismos que cumplirá Garci el próximo 20 de enero de 2019. Nunca es tarde si la dicha es buena.

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