El triunfo de la destrucción
Particularmente no criticó a nadie:
~Solo lo hago de aquellos que entran en la amplia inercia de la ineficacia, de la estupidez, del egoísmo y de la insensatez.
Crítico con interés constructivo a todos aquellos que desde su puesto de mayor, o menor, relevancia son ineficaces, corruptos o destructores.
En este tiempo, en el que nos ha tocado vivir, parece como si la ineficacia triunfara cada día; como si cada día diera la impresión que se hace realidad el intento absurdo de la cuadratura del círculo:
~Cuantos manantiales de ineficacia efectiva y comprobada, existen en nuestro mundo.
~Cuantas fuentes inagotables de sinrazón.
~Cuánto deterioro constante de la sensatez.
~Cuantos palurdos e ignorantes dirigiendo nuestras vidas.
~Cuanto parlanchín imbécil.
Cuantos que relucen, o quieren relucir, en el mundo de nuestra vida política o social, son en realidad "escoria" que quieren convencernos de que sus esquemas, sus idearios o sus pensamientos son, o deben de ser, los ejes prioritarios de nuestras vidas; sabiendo ellos mismos, o no, que esos: sus principios, son basura destructora u opciones mundanas: sin raíces, sin firmeza y sin sentido.
Cuánto mentecato ocupando:
~Escaños, sillones, puestos, trabajos que no le pertenecen y con los que consiguen destruir la sana coherencia y los pilares democráticos.
Cuantos, en estas nuestras sociedades democráticas, somos, o son esclavos, debido al afán de inhumanos y crueles dictadores:
~Dictadores de peso, pero que quieren aparecer como defensores a ultranza de todas las libertades y de todos los derechos.
Cuantos recursos humanos y cuánto dinero del erario público perdido en alimentar las vidas de corruptos, de infames y de traidores.
Cuanto engaño desleal y oficializado, que debilita la sociedad y las instituciones.
Cuanta dignidad pisoteada por indignos que con sus constantes y deleznables mentiras atropellan nuestras vidas.
Cuanto desencanto.
Cuanta desilusión.
Cuanta bandera española pisoteada.
Cuantas leyes justas ultrajadas.
Cuanto bandolero con escaño.
Cuanto malvado en puestos relevantes.
Cuantas ofensas a España.
Cuantas llamadas a la violencia callejera.
Cuanta trampa malhechora.
Cuanto enemigo de la cordura.
Cuanto ataque a la religión.
¿Y tú y yo que hacemos? Lamentarnos, llorar, no dar crédito, pasar:
O nos enfrentamos a la barbarie de tanto ciudadano indecente y mezquino.
O salimos a las calles.
O vamos a los medios de comunicación.
O vociferamos.
O rezamos.
Algo podremos hacer antes que quedarnos contemplando el desierto estéril de este mundo vacío y espantoso.
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