¿Verdad o mentira, justicia o interés espurio?
Cuando las noticias son preocupantes, cuando el futuro es incierto, cuando no hay expectativas de reforma, ¿cómo nos preparamos para lo que por pura consecuencia va a suceder? Parece que todo se tapa con el buenismo, lo políticamente correcto o directamente con la propaganda engañosa. ¿Por qué le tenemos tanto miedo a la verdad? La verdad tiene poder regenerador, la verdad encamina con seguridad al lugar donde queremos ir, la verdad nos hace confiables, humildes, auténticos. ¿Por qué tanto interés en la mentira? La historia no cambiará con la mentira, tampoco el presente ni el futuro. ¿Adónde queremos ir? A un callejón sin salida... porque la salida tiene que ajustarse a la verdad; la mentira es un recurso de corto recorrido.
Las grandes enfrentaciones humanas han tenido en la propaganda falsa sus espurias razones. Pequeños personajes, pequeños en grandeza o nobleza, verdaderos peligros para la humanidad, han sido líderes de las masas. Hitler escribió: “La inteligencia de las masas es pequeña. Su olvido es grande. Hay que decirles la misma cosa mil veces”. Lenin era más discerniente. Usó argumentos históricos y científicos para persuadir a la minoría instruida, como refranes y verdades a medias para agitar a las masas, a las cuales consideraba incapaces de captar ideas complicadas.
La pluma quizás sea más poderosa que la espada, pero a menudo se usa para prepararle el camino a la espada. Es asfixiante, pero es mejor desconfiar de lo que no se aviene a ley, derecho y justicia. O estamos con la ley o estamos contra ella. Nos espera un fin de acuerdo con la ley suprema, está escrito: “Cualquiera que venza heredará estas cosas, y yo seré su Dios y él será mi hijo. Pero en cuanto a los cobardes y los que no tienen fe y los que son repugnantes en su suciedad, y asesinos y fornicadores y los que practican espiritismo, e idólatras y todos los mentirosos, su porción será en el lago que arde con fuego y azufre. Esto significa la muerte segunda” (Apocalipsis 21:7,8).
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