Nos sentimos arropados

Ante la dolorosa pérdida de mi esposa, Nieves Pérez Fernández (Nenita), madre de nuestros hijos, sentimos la necesidad de agradecer profundamente a cuantos, en un momento de nuestra vida, nos han arropado:

en primer lugar, a sus difuntos padres, que supieron llenarla de valores; al Colegio Dominicas de Navia, que a lo largo de cinco años de internado la formaron como mujer de forma espléndida para ser esposa y madre ejemplar. A cuantos médicos y personal sanitario lucharon por su salud, especialmente a los doctores don Ramón Sobrino de la Vega, don Domingo, de la Clínica El Fontán; al difunto don Carlos López Vijande, don Luis Alonso, de la Clínica Toreno; don Pedro Quirós, de la Clínica San Rafael; don César G. Carrera, de Navia, y a los doctores del Centro Médico don Ángel Álvarez y doña Carmen Villar, sin olvidarnos del resto de médicos, enfermeras y personal del Centro Médico y de los dentros citados, que con su buen hacer y comportamiento ejemplar contribuyeron a endulzar un poco sus malos momentos.

Gracias también a Julián y a María Antonia, de Muface, así como al resto de personal, por sus atenciones. Gracias igualmente al personal del Centro de Mapfre Quavitae, especialmente a Mercedes Canteli, a Sandra, a Puri y al resto de personal, a quienes ella adoraba, así como a la gente internada que tan bien se portó con ella. No olvidamos tampoco al centro de día Vetusta, adonde acudió los últimos tiempos.

Gracias a toda la gran familia del Magisterio de Oviedo y de Asturias, que nos arropó en este trance tan penoso. Gracias a los múltiples alumnos y alumnas y especialmente a aquellos a quienes ella dio clase de mecanografía a lo largo de muchos años.

Nuestra estima y afecto también para todo el pueblo de Porrúa (Llanes), que nos acogió con los abrazos abiertos, donde pasamos quince años inolvidables y donde vieron la luz dos de nuestros hijos, un pueblo donde nos trataron y nos siguen tratando con más cariño que si fuéramos de la familia. Lo mismo que nuestro paso inicial por las escuelas de Talarén (Navia), Valdedo (Villayón), posteriormente Gijón (El Bibio) y Oviedo (Ventanielles, María Balbín y Buenavista), así como Taifa Rocade (Beni-Amrane, Argelia), recibiendo en todo momento grandes pruebas de estima y afecto.

Gracias de una manera especial para el psicólogo don Carlos Alonso y el personal de la Clínica Cetco, por su estimada ayuda, así como a don Francisco Cuadros, del grupo editorial Maeva, que tanta prueba de amistad nos ha dado. Sin olvidarnos de toda nuestra familia y amigos de Valdepares (El Franco) y de Anleo (Navia), que nos consolaron con sus llamadas o su presencia.

Lo mismo que al Ayuntamiento de Oviedo, con su Alcalde a la cabeza, al Real Oviedo y a los representantes de distintos partidos políticos: a nuestro estimado Rivi, a Isidro Rozada, a Ovidio Sánchez, a Avelino Sánchez y Gloria Nieto, del Ayuntamiento de Llanera, y a los diputados y concejales que nos honraron con su presencia.

Así como a nuestro amigo Patricio, que, con inmenso sacrificio, nos acompañó en momentos tan duros.

Gracias a todos los amigos y compañeros, profesores y psicólogos amigos de nuestros hijos, y gracias a cuantos estuvieron con nosotros, incluidos aquellos que se consideren olvidados, que no lo son, ya que nos han mostrado su pesar y estima. Gracias también a los representantes de la prensa, tan atentos en todo momento.

Nuestra estima va también de una manera especial para los sacerdotes de la parroquia y oficiantes del funeral: don Fernando, don Manuel, don Santiago y don Luis, que con sus palabras de afecto y ponderación inmerecida por nuestra parte nos arroparon en todo momento.

Gracias a todos vosotros y para todos nuestra inmensa gratitud, la estima y el afecto de esta familia, que jamás podrá pagaros cuanto nos habéis ayudado en momentos durísimos por la pérdida de nuestra esposa y madre querida, que no solamente sacó adelante a sus seis hijos, sino que supo transmitir sus valores y conocimientos a multitud de alumnos y alumnas con entrega total a lo largo de su vida.

Gracias a Carmen, hija del recordado amigo Jaime, que no se apartó de nosotros ni un solo instante, y a nuestra amiga Mari Paz, que tanto nos ayuda en casa.

No quisiéramos terminar esta sentida dedicación especial sin mencionar a sus queridas peluqueras, Aurora y Matilde, a quienes ella mucho estimaba, así como a nuestra gran amiga María de Valle.

Y, finalmente, a su modista de toda la vida: María José, a quien tanto quería y con la que pasó ratos muy agradables, incluidas las simpáticas discusiones que sólo ellas eran capaces de mantener dentro de una grandísima e imperecedera amistad.

Gracias a todos y con ellas, nuestro corazón, nuestra estima y nuestro afecto para siempre.