Zapatero y la ley del aborto
Recientemente, el señor Zapatero, en el IV Congreso mundial contra la pena de muerte, celebrado en Ginebra, textualmente dijo: "Nadie tiene derecho a arrebatar la vida a otro ser humano". Muy bien, merece nuestro aplauso.
Pero... como siempre pasa con las afirmaciones del señor Zapatero, suele dar una de cal y otra de arena.
Al mismo tiempo que afirmaba tan enérgica proclama en ese foro, aquí, en España, en el Pleno del Senado, su Gobierno, con la aquiescencia interesada de parte de Coalición Canaria, Convergencia y Partido Nacionalista Vasco -partidos que se dicen "democristianos"-, ¡quién lo diría!, que con tal de sacar réditos de cualquier índole se venden por menos de un plato de lentejas, aprobaba la ley del aborto.
Para más inri, la defensora de dicha ley fue la diputada socialista Leire Pajín, insultadora mayor del Gobierno, y, entre sus argumentaciones, en defensa de dicha ley, alegó que cien mil mujeres habían hecho uso de la misma, con lo que, según su opinión, y la de la ministra de Igual... dá (esa que da subvenciones para el conocimiento del mapa G de las mujeres), era necesaria y conveniente, ya que defendía el derecho de las mujeres sobre su cuerpo.
Pero a esa defensa a ultranza de dicha ley, y haciendo propios sus argumentos, también se podrá defender el sentido contrario, es decir, buscando la equivalencia, por lo menos cien mil niños/as no han podido nacer, sin su consentimiento; a eso se le puede llamar "asesinato de inocentes", "matanza de inocentes", o que dicha ley es una "licencia para matar a los futuros hijos", únicamente porque se les considera un estorbo.
Sin embargo, esto no lo ve así, faltaría más, el secretario de Libertades Públicas del PSOE, el asturiano Álvaro Cuesta, el cual dice que algunas de estas afirmaciones, dichas por la Iglesia, son una ofensa al sistema democrático.
Pero entonces, ¿qué democracia es ésta? El Parlamento podrá dictar las leyes que crea convenientes, pero la Iglesia, en este caso, y los que formaron la Iglesia laica, podremos dar nuestra opinión, que es totalmente contraria a dicha ley, pues igual que dicen que defienden a las mujeres, creo que están en la misma obligación de defender a los niños/as que, por ley, se les priva de nacer.
En cuanto al Rey, que parece ser que por obligación debe refrendar la susodicha ley, debo recordar, con todos mis respetos, que en su día, en Bélgica, el rey Balduino, con motivo de un caso similar, "abdicó cautelarmente", pues sus principios morales y convicciones religiosas no le permitían sancionar la repetida ley.
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